Fermín un taxista con mucha
experiencia en su trabajo, había visto de todo en el asiento trasero de su
vehículo.
Era un hombre de 45 años, alto,
pelo moreno ondulado, ojos castaños, ni gordo ni delgado, bien para su edad.
Una de sus pardas favoritas era ir
al aeropuerto de Barajas, en la actualidad Adolfo Suarez, donde las carreras
eran más sustanciosas que en la ciudad y las propinas también solían ser
jugosas ya que, debía cargar con el equipaje de los pasajeros y en la mayoría
de las ocasiones era bastante incomodo y pesado, pero, era su trabajo y
realmente lo hacía con gusto.
Como ya he comentado antes, en su
auto había visto de todo, desde discusiones entre parejas, besos, toqueteos. Lo
de aquel día nunca se le había presentado, jamás se le hubiese pasado por la
mente que podría suceder. Recogió a una pasajera americana, cargada de maletas,
baúles y cantidad de enseres, que no se correspondían con una viajera de poca
estancia en Madrid.
Una vez que Fermín había cargado
todo en su coche, con gran esfuerzo pues no cabía todo en el maletero y tuvo
que acoplar cosas dentro del habitáculo, le preguntó amablemente a la pasajera
a donde quería que la llevase. Ella se explicaba bastante bien en español y le
dijo que al Hotel Emperador en la Gran Vía.
Fermín comenzó su marcha y se
dirigió hacia donde le había indicado la pasajera. Cosa extraña pensó él, esta
se colocó en el centro del asiento trasero del vehículo y de pronto se dio
cuenta de que se había subido la falda y había abierto las piernas de tal forma
que, Fermín a través del espejo retrovisor pudo observar que no llevaba ropa
interior. Éste comenzó a ponerse nervioso y a pensar que le sucedería.
Cuando llegaron al destino, tuvo
que meterse en el parquin del hotel pues en esa zona no se podía parar y menos
a descargar todo lo que aquella mujer había traído desde su procedencia. Allí
mismo, le pagó y dándole 100€ de propina le hizo acompañarla hasta la
habitación para ayudarle con el equipaje.
Fermín se temía lo peor, aquella
mujer venía dispuesta a cepillárselo allí mismo. Una vez en la entrada de la
habitación y con los enseres ya dentro, tiró del brazo de Fermín y sin ningún
pudor, comenzó a besarlo al tiempo que se desnudaba del todo. También lo ayudó
a él a desnudarse y le hizo el amor varias veces. El hombre no daba crédito a
lo que le estaba sucediendo, aquella mujer era una bestia del sexo, nunca había
visto tanta fogosidad, debía venir en el avión pensando en cómo y con quién lo
haría, de ahí dedujo que ya al montarse en el taxi no llevase las bragas
puestas.
PILAR
MORENO 2
mayo 2024
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