Desde hace muchísimos años vengo acudiendo a las clases de Literapia del Centro de Adultos El Pontón. No puedo asegurar cuantos, pero quizás haga quince años o más. Hemos pasado por distintas etapas, diferentes profesores, todos de gran calidad de enseñanza, pero los alumnos desde el principio éramos casi los mismos. Teníamos unas enormes ganas de aprender. Con el paso de los años desgraciadamente, tuvimos que despedir a algunos de nuestros compañeros, como Pilar Perucha, Ascensión Varela, Loli Arenas, Gregorio Esteban, etc… otros abandonaron debido a su edad o por otras obligaciones.
Cuando la Comunidad de Madrid
hizo recortes, nos quedamos huérfanos de profesores, nadie nos daba clase, lo
único que la dirección, siempre tuvo a bien dejarnos la biblioteca para que la
utilizásemos con o sin profesor. Fue entonces cuando uno de nuestros
compañeros, Jerónimo Pacheco, profesor jubilado se personó en la biblioteca
municipal y hablando con unos y con otros, dio con una persona que buscaba
justo lo contrario que nosotros. Ella quería dar clases ya que era poeta y
escritora. Quedaron para otro día y Jerónimo amablemente me invitó a ir con él
a esa cita. Acudimos los dos y esa persona nos resultó de lo más agradable y
accedió a nuestra propuesta aun sabiendo que no tenía ningún tipo de
emolumentos.
Puri que así se llamaba la
señorita, comenzó rápidamente a darnos clase y realmente aprendimos mucho con
ella, sobre todo hacíamos escritos todas las semanas sobre el tema que ella
escogiese y resultó muy divertido, también nos enseñó a escribir algo de poesía,
ya que como he mencionado era poeta y había editado varios libros. Estuvo con
nosotros varios cursos, estando muy acoplados tanto ella como nosotros a las
tareas semanales. No siempre salen las cosas como unos las planifica y ella que
era una excelente persona, de pronto se vio abandonada por el marido y casi en
la calle, por lo que se vio obligada no solo a dejar su casa si no también a
buscar un trabajo remunerado, pues tenía que seguir viviendo.
Nos dejó nuevamente a la deriva,
pero, nosotros seguíamos con ilusión acudiendo todas las semanas a la clase y
aun sin corrección de nadie y haciendo lo que podíamos y seguíamos escribiendo.
Para colmo de desgracias estalló la pandemia maldita a las dos semanas de haber
contactado con una persona para que nos solucionase el problema, pero, solo fueron
eso dos semanas, pues el centro se cerró por miedo a los contagios.
En total fueron como cuatro años
los que estuvimos sin gobierno ninguno pero la ilusión no la perdimos. Unos
días íbamos seis personas a clase otros tres, cinco, siete, pero la gente se
fue enfriando. Aunque siempre más de tres íbamos. Preguntamos por todos lados,
nadie sabe las gestiones que pudimos hacer unos y otras para encontrar a
alguien que quisiera hacerse cargo de nosotros.
Después de todo este tiempo,
logramos encontrar a una persona que nunca hubiésemos soñado tener para cumplir
nuestros deseos. Alguien habló con esta persona y decidió probar por un tiempo.
Bendito ese el día que tomó esa decisión, ha merecido la pena todo el tiempo
que hemos esperado. Es un grandísimo profesor que nos está enseñando cosas que
al menos yo no recuerdo haberlas estudiado en mis tiempos de colegio, cosas
esenciales para una buena escritura, nos sentimos muy orgullosos de tenerlo
como profesor.
El pasado curso fue estupendo,
pero este que ahora termina, lo ha sido mucho más. Los escritos que hemos ido
haciendo a lo largo del mismo, han superado con creces las expectativas que
teníamos. Creo que en general nos sentimos más sueltos a la hora de confeccionarlos.
El léxico que vamos adquiriendo es mucho más rico, el vocabulario que se está
empleando no tiene nada que ver con el que antes utilizábamos. En fin, ha sido
un curso maravilloso y todo gracias al profesor Jesús Peñas.
Por otro lado, se ha corrido la
voz de cómo es nuestra clase y han acudido personas nuevas que están aportando
su sapiencia pues son realmente buenos en su redacción y sus temas. De todo el
mundo se aprende, pero hay de quien se puede aprender muchísimo y encima son gente
sencilla, colaboradoras y que se han integrado en el grupo de muy buena gana.
También tengo que decir, que este
grupo, es como una gran familia, cada uno vive su vida, pero, si alguien
enferma o tiene algún problema, todos se preocupan y están pendientes de lo que
sucede, eso sí, sin meterse en la vida del otro, simplemente es solidaridad y
si pueden ayudar lo hacen con sumo gusto.
Espero igual que todos mis
compañeros que estos cursos sigan dándose muchos años más y que todos sigamos
asistiendo con la misma ilusión que hasta la fecha, dado que solamente pagamos
una cuota de diez euros al año para fotocopias y el resto es totalmente
gratuito. La escuela nos reserva todos los cursos un aula de la que podemos
hace uso un día a la semana, lo cual es de agradecer, pues ellos dependen de la
Comunidad de Madrid y otra parte del ayuntamiento y así lo vienen haciendo
tantos años.
PILAR
MORENO 4 junio 2024
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