martes, 23 de mayo de 2023

MICRORELATOS

Cuando introdujo la llave en el bombín, la puerta no abría, entonces buscó un cerrajero para que la pudiese abrir. Tardó bastante rato en encontrarlo. Tuvo que recurrir a una guía de oficios que obraba en su poder y al fin encontró uno; acudió a su domicilio para acometer el trabajo que lo había encomendado. La cerradura se resistía, alguien debía haberla forzado para intentar colarse dentro de la casa. No lo había conseguido, ya que era una cerradura de seguridad; tanto la había hurgado que la había reventado. El cerrajero le comunicó que había que cambiarla no había otra solución; eso le costaría bastante más que la simple apertura.

La cerradura tenía un coste elevado, y a eso había que añadirle su trabajo. Juan accedió a lo que el operario le proponía, tenía que entrar en su casa. En lo que fue a por la nueva cerradura y la colocó la demora fue tan grande, que se le hizo de noche.   (150)

 

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El chasquido le hizo volver la cabeza, no avistó a nadie, pero, él sabía que alguien estaba en aquel lugar. Le entró miedo; pues era una persona pacífica y si alguien andaba en aquel lugar, suponía que no iría con buenas intenciones. Podría intentar robarle, le habría seguido, y supondría que llevaba con él la recaudación del negocio encima. No era una suma importante, pero si lo suficiente, como para que su jefe al día siguiente se creyese o no, que lo había atracado. Comenzó a caminar lo más rápido que pudo, seguía sintiendo la presencia de alguien a su espalda, pero no lograba verlo, por más que volvía la cabeza.

De pronto alguien, se abalanzó sobre él, como pudo quiso zafarse, Dándole un puñetazo en el estómago, lo tiró al suelo; salvando el sobre en donde llevaba guardado el dinero, y salió corriendo. Desapareció por un callejón. (149)

lunes, 15 de mayo de 2023

NOCHE DE ENSUEÑO

            Escuchando ese maravilloso Vals de Dmitri Shostakovich, me adormecí en el sillón en el que estaba sentada, y comencé a pensar o más bien soñar, en lo bonito que sería poder bailar con esos trajes de época, en esos magníficos salones de algún palacio vienes, sentirse por un rato como debía sentirse la emperatriz Sisi, pero claro está yo no soy ni Sisi ni emperatriz.

Después de haberlo escuchado varias veces, decidí ir a acostarme, ya se había hecho tarde y debía madrugar por la mañana. Una vez en la cama me acurruqué y como de costumbre me dormí rápidamente.

Comencé a soñar y tal como había pensado mientras escuchaba la música me vi bailando en brazos de mi esposo en uno de aquellos salones, éramos los únicos que danzaban en el centro de la estancia y todo el mundo miraba y admiraba nuestra forma de bailar, era una conjunción tan grande la que había entre los dos, que parecía que estuviésemos solos. Él tenía una forma tan elegante de asirme por el talle, una mirada tan enamorada hacia mi rostro que nublaba todo lo que alrededor acontecía.

Yo en sus brazos, me sentía en aquellos instantes, como no creo que ni tan siquiera la emperatriz se hubiese sentido nunca. Era la mujer más feliz del mundo, me sentía amada, admirada, envidiada. De pronto me había convertido en la persona que en aquellos momentos toda mujer quisiera haber sido. Toda la noche bailando no sentía cansancio alguno, un vals tras otro, que maravilla.

De pronto escuché un pitido insistente, sin saber dónde estaba, me incorporé en el lecho, entonces comprendí que era el maldito despertador que me anunciaba que tenía que levantarme.

Había llegado el momento de aparcar aquel maravilloso sueño, de volver a la realidad del día a día. De comprender que había sido un sueño, muy bonito, pero solo un sueño, que volvía a estar sola, como llevaba tiempo estando. Que decepción tan grande.

Me gustaría volver a soñar, con él, sobre todo, viviendo cosas reales o irreales como la que he relatado, pero, volver a estar en sus brazos y sintiendo esas miradas que expresaban aun sin palabras todo lo que sentía.

 

                        PILAR MORENO 11 mayo 2023