Siempre ha habido contradicciones entre padre, hijos, hermanos, cuñados y amigos. Nunca se ha opinado lo mismo sobre según qué temas, unas veces han llevado razón unos, otras los otros, pero según que personas nunca se ha podido con ellos.
Yo tuve un caso muy cercano y
triste pues muchas veces le dije contigo no hay quien pueda y era la más cruda
realidad, la persona más terca que jamás conocí; la que siempre llevaba razón
en todo y por todo y la que nunca se equivocaba, la culpa de todo era siempre
de los demás.
Nunca dio su brazo a torcer y
nunca fue capaz de pedir perdón por las cosas que hacía mal que, realmente
fueron muchísimas las cosas que a lo largo de su vida hizo mal y no se
arrepintió de ello.
Digo que fue muy triste para mí pues
se trataba de mi madre y hasta el último día de su vida siguió con la misma
forma de actuar.
Por otro lado, mi suegro, cuando
se casó con mi suegra, como era posguerra y los medios eran escasos, fueron a
vivir con los padres de ella. Ese hombre, tenía una forma muy peculiar de ser,
con lo que ganaba, no les alcanzaba para vivir y al estar en casa de los
suegros, la pobre gente se hacían cargo de muchas cosas. Enseguida nació el
primer hijo y cosas antiguas, no había cuna, lo acostaban entre los dos en la
cama de matrimonio, así evitaban que tuviese frío pues claro comodidades en
aquella casa ninguna.
El abuelo trabajaba y gracias a
lo que el hombre ganaba, salieron adelante; mi suegra a media semana le tenía
que pedir dinero prestado hasta que su marido cobrase la semana, que era como
antes pagaban a los obreros. El sábado le reponía a su padre lo que le había
prestado, pero el miércoles volvía a hacer la petición, así semana tras semana.
Cuando mi suegra quedó embarazada
del segundo hijo, mi marido, los abuelos se hicieron cargo del nieto mayor,
siguiendo el mismo sistema, metían al niño en la cama entre los abuelos y así
dormían. Cuando ya el segundo era un poco mayor, como para seguir durmiendo con
sus padres y el primero con los abuelos, les pusieron una habitación para los
dos hermanos. Claro está todo muy liviano y a costa del pobre abuelo.
Mi suegro que era de armas tomar,
un buen día tuvo una pequeña discusión con el abuelo y dejó de hablarle,
después de lo que el pobre hombre había hecho por él y su familia, les habían
criado a los hijos y si no hubiese sido por ellos, mi suegra no hubiese podido
trabajar y casi no hubiesen podido casi ni comer. Pasado el tiempo, fue ganando
puestos a pequeña escala y el sueldo, aunque no era para despilfarrar fue
aumentando poco a poco y ya al menos mi suegra no dependía de lo que su padre
le prestase.
Cualquier cosa que el pobre
abuelo hiciese y a él no le pareciese bien, se las liaba pardas. No había quien
pudiese con él, solamente cuando el abuelo era muy mayor y cayó enfermo, se
asomaba a la puerta de la habitación y sonriéndose le preguntaba ¿Qué, como
estamos? Por la forma de hacerlo parecía que le decía “cuando se muere”, era un
caso. El abuelo tenía que comer las cosas trituradas y ya había que dárselas a
la boca pues el no podía ni con la cuchara, pues no consintió nunca que su hija
lo diese de comer. Cuando falleció el pobrecito, parecía que se había quitado
un peso de encima.
Son personas que, a mi modo de
ver, son para tratarlas de lejos y a ser posible casi ni tratarlas, es penoso
que por su forma de ser nadie quiera estar cerca de ellos, ni los propios hijos
y si lo hacían o hacíamos era por respeto a la edad y por pensar que eran tus padres,
pero, realmente no por cariño.
PILAR
MORENO 18 marzo 2022