miércoles, 18 de marzo de 2015

NOTRE DAMME

Bajo las gárgolas de la preciosa catedral, se encontraba Janet esperando a su amiga Cintia. Habían quedado para dar un paseo y después hacer una de las cosas que más les gustaban a las dos, subir hasta lo alto de la Torre Eiffel. Eran un montón de escaleras, pero a ellas no les importaba pues su juventud podía con todo o con casi todo como ellas mismas decían. Era extraña la tardanza de Cintia y Janet comenzó a ponerse nerviosa pues su amiga era bastante puntual por lo que comenzó a llamarla por teléfono sin obtener respuesta. A la semana siguiente, bajo una incesante lluvia, Janet volvió otra vez a la puerta de la Catedral, esta vez cobijada por un paraguas, enlutada toda ella y con un gran ramo de violetas en su mano. Se celebraban las exequias por Cintia. Llevaba esas flores ya que eran las favoritas de su amiga y con ellas quería decirle todo lo que para ella había significado, eran unas grandes amigas, casi como hermanas, desde su más tierna infancia. La tarde en que Janet la estaba esperando en aquel lugar, mientras estaba nerviosa por su tardanza, Cintia había sido secuestrada por unos Yijadistas en un comercio, junto con otras personas y simplemente por no pertenecer a su religión y negarse a gritar “ALA ES GRANDE”, los dispararon sin piedad, dando muerte a todos los que en aquel momento se encontraban allí. Para Janet supuso una terrible pérdida, pasaban los días y no lograba hacerse a la idea de lo que le había ocurrido a su amiga, le habían arrancado un trozo de sí misma. Tenía tremendos sueños, no podía dormir, su vida se había convertido en un constante temor y a la vez una furia brutal. Una mañana se levantó con una clara idea en su mente y se juró a si misma dar con los asesinos de Cintia y con sus propias manos acabar con ellos. PILAR MORENO 14 Marzo 2015

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