martes, 24 de octubre de 2017

EL ARMENIO ENCORVADO


          Palpitaba el otoño que tanto se había retrasado. La lluvia caía a raudales. Golpeaba con fuerza los cristales de las habitaciones en casa de Alonso, pero él estaba extasiado. Vivía desde hacía más de un mes en su mundo. No se había podido recuperar del trauma que le había causado el casi ahogo de su hermano y a consecuencia de ello, por las noches seguía soñando con aquel océano inexistente que solo figuraba en su cabeza y a veces creía que se estaba volviendo loco.
          Habló con su hermano Pelayo de lo que le ocurría. Este se sentía culpable y trató de convencerlo de que todo aquello había pasado hacía ya tiempo y él se encontraba bien, pero aquello no le satisfacía.
          Viendo que la situación de Alonso se iba complicando cada vez más, Pelayo habló con un amigo suyo y decidieron acompañarlo a un psicólogo para tratar de sacarle aquello de la cabeza. Realmente estaba sufriendo mucho y un muchacho tan joven debía reponerse cuanto antes no fuese a influir en la trayectoria de sus estudios.
          Le convencieron y acudieron a la consulta del psicólogo. Cuando llegaron a la cita establecida con varios días de antelación, fueron puntuales pues no deseaba Alonso encontrarse con nadie, para él era un asunto sumamente delicado y personal.
          Les recibió una enfermera debidamente uniformada y rogó a los acompañantes que le esperasen en la salita que había junto a la puerta. El paciente debía acceder el solo al despacho del doctor.
          Alonso la siguió sin reparos y cuando entraron en aquel despacho, se encontró con una persona encorvada, de cierta edad, sobre los sesenta años, de pelo cano, alto a pesar de su defecto y con buena presencia, bien trajeado. Alonso le tendió la mano a modo de saludo y el doctor le correspondió. Le invitó a tumbarse en aquel diván de color rojo oscuro. Él se sentó en un sillón de oreja junto al diván. Tomó un bloc que había sobre una mesa auxiliar para apuntar todo lo que Alonso le fuese contando. Cuando comenzó a hacer las pertinentes preguntas, Alonso apenas le entendía por lo que tuvo que decir varias veces que no había entendido lo que le había preguntado. El doctor amablemente le dijo que no le importaba repetir las preguntas, realmente se le entendía mal pues él era armenio de nacionalidad. Comenzó a contarle que había salido muy joven de su país por motivos políticos. Había estado en Alemania, Suiza, Francia, así como en Inglaterra y tenía un compendio de idiomas en su cabeza que muchas veces los mezclaba saliendo una mezcolanza de palabras que realmente no se le entendía. Ahora en España, país que le encantaba y seguramente se quedaría para siempre a vivir en ella, había aprendido lo más imprescindible para poder pasar su consulta.
          Una vez que Alonso le contó lo sucedido y el problema que se le había presentado a partir de aquel día en la playa de Buelna, El armenio encorvado le fue dando pautas a seguir y le reconfortó mucho. No obstante, tuvo que seguir un tiempo acudiendo a su consulta.


                              PILAR MORENO 19 octubre 2017

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