El tiempo había pasado casi sin darse cuenta. Alonso dudaba en
qué carrera comenzar sus estudios superiores. Era muy importante hacer lo que a
él más le satisficiera y después de hacer una gran reflexión, llegó a la
conclusión de que debía hacer alguna en la que de forma muy importante pudiese
ayudar a los demás tal y como en sus peores momentos lo había hecho su amigo el
armenio con él.
Es por eso que decidió comenzar
medicina, de esa forma podría curar a los pacientes el cuerpo y si las notas al
terminar la carrera le permitían acceder a la especialidad que quisiera,
escogería sin duda psiquiatría. Debía de ser muy interesante acceder al cerebro
y los pensamientos de los demás con la única intención de poder ayudarles a
recobrar la cordura y ponerles en el camino más adecuado en la vida.
Llegado el momento comenzó la
universidad y con ello las intensivas clases que él se tomaba tan al pie de la
letra que su padre, Don Gonzalo, decidió regalarle una clepsidra, con el objeto
de que no se le olvidasen las horas de comer y de cenar pues se encerraba en su
habitación entre libros y se olvidaba de todo lo demás.
Era difícil, él nunca había tocado
ningún tema semejante, pero dentro de su cabeza había algo que le decía
adelante, sigue, no te rindas. Había veces que, en su interior, pensaba en
Covadonga, su madre, que murió al traerlo a él al mundo y pensaba, tengo que
estudiar mucho para que situaciones como aquella no se repitan. Su especialidad
no tendría nada que ver con aquello, pero un médico siempre sería un médico y
vidas se pueden salvar de muchas formas.
Cuando expresaba su deseo de
especializarse en psiquiatría, todos le decían que era muy compleja esa
especialidad y que los locos eran muy difíciles de tratar pues podían engañarle
con facilidad. Nunca se podría saber si de verdad estaban locos o se lo hacían.
Alonso respondía siempre que eso no era así y si lo era había que tener clemencia
con ellos y tratar de entenderlos. A todos nos gustaría que nos entendiesen y
nos tratasen como personas normales, aunque si nos ponemos a pensar con
tranquilidad, a que es lo que llamamos una persona normal. Todo depende de lo
que cada uno considere, aunque siempre hay unos cánones, por los que la mayoría
nos regimos.
PILAR MORENO 1 noviembre 2017
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