viernes, 2 de febrero de 2018

ENCONTRÉ EL BRAZO INCORRUPTO INCORRUPTO



En un pueblo pequeño de Castilla, había un sacerdote muy joven que favorecía a todo el que podía ya que eran tiempos duros. Un simple trozo de pan que el tuviese para su alimento se lo daba al primer paisano que viese con hambre, alegando que él no lo necesitaba, su alimento se lo daba el señor mientras dormía.
Como eran pueblos con muy poca población, este sacerdote cubría varios pueblos para las necesidades eclesiales. Todos los habitantes de dichos pueblos le tenían un aprecio muy especial pues era realmente un alma buena. Si había algún enfermo al que velar por la noche el lo hacía para que los familiares descansasen que al día siguiente tenían que salir a laborar al campo. Aunque el a las siete de la mañana ya debía estar en uno de los pueblos para oficiar la santa misa, pero para él no había horarios.
Al estallar la contienda civil en 1936, dado que estos pueblos se encontraban en zona roja como se decía, el padre Juan que era como se llamaba el sacerdote, fue perseguido sin parar, pero era tanto lo que le apreciaban los vecinos que por las noches lo sacaban de una casa para esconderlo en otra y a la siguiente lo sacaban de esa y lo cambiaban a otra, lo escondían en los pajares envuelto en paja, en las cuadras, en armarios con falsos techos, en cualquier lugar en que lo supieran a salvo. No podía asomar por ningún sitio pues era una persecución a muerte.
Así fue pasando el tiempo y el pobre hombre estaba muy agradecido de todo lo que estaban haciendo por él. Realmente todos lo tenían por un santo, aunque él se consideraba una persona normal. Estuvo en esas condiciones casi año y medio y sin saber cómo se enteraron, una noche cuando iba a ser trasladado de domicilio a altas horas de la noche, los milicianos los dieron el alto y cuando echaron a correr, fueron abatidos a tiros tanto él como los vecinos que lo acompañaban.
Los dejaron tirados en medio del camino cual perros. Por la mañana a la amanecida, los vecinos dieron sepultura a los cuerpos en una sola fosa en el cementerio pues temían que si los veían enterrándoles ellos corriesen la misma suerte.
Cuando termino la lucha armada, los vecinos, se pusieron de acuerdo para sacar de la fosa en donde habían enterrado al sacerdote y a los vecinos que fueron muertos con él, para darles sagrada sepultura en sus pueblos de origen. Cual fue la sorpresa de los paisanos al abrir aquella fosa y ver que el padre Juan se encontraba en las mismas condiciones que recién enterrado, tenía color en la cara, parecía que acabase de fallecer, al contrario que los compañeros que cayeron junto a él que como era natural estaban en el normal estado de descomposición.
Los sacaron de aquella fosa para llevarlos a cada uno a su cementerio correspondiente y cual fue la sorpresa que solo al padre Juan le faltaba un brazo, su cuerpo incorrupto estaba mutilado. ¿Quién habría osado de mutilar a ese santo? pues no había duda alguna de que era un santo.
Una vez concluidos los sepelios, se dedicaron a buscar por todos los sitios el brazo incorrupto del padre Juan para llevarlo junto a su cuerpo. No fue tarea fácil, pasaron muchos meses de búsqueda infructuosa, aunque no cesaban en la búsqueda. Un día el alcalde de uno de los pueblos, fue a visitar los barracones en los que habían estado los milicianos para tirarlos abajo y quitar de la vista unas casas que tanto dolor habían causado a las poblaciones cercanas. Fue rodeando todo lo que allí había quedado, que estaba todo casi destruido. En un rincón de lo que podía haber sido una oficina, vio una caja que lo llamó la atención, se acercó con mucho cuidado y cual fue su sorpresa al encontrar allí dentro el brazo del padre Juan como si se lo acabasen de arrancar. No había duda, estaba incorrupto.
Lo tomó en sus brazos y salió corriendo hacia el pueblo mientras iba rezando, al llegar comenzó a gritar con todas sus fuerzas
HE ENCONTRADO EL BRAZO INCORRUPTO DEL PADRE JUAN”

                                                   PILAR MORENO 2 febrero 2018



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