Una
preciosa tarde del mes de agosto, hacía un bochorno inaguantable, aquel calor
parecía derretir la arena del parque al que habíamos ido a pasar el día.
Debíamos
estudiar con detenimiento aquel manual que nos habían dado para descifrar lo
que en su interior se explicaba. Era muy complicado entenderlo pues estaba
escrito en alemán y nosotros solamente teníamos unas ligeras nociones de ese
idioma, pero, no por eso dejamos de intentarlo. Diccionario en mano y buena
voluntad, que no nos faltaba, desde por la mañana nos pusimos manos a la obra
para intentar que al final del día tuviésemos al menos una ligera noción de lo
que allí estaba escrito y con la esperanza de que nos sirviese para nuestro
habitual trabajo.
La
pequeña nevera portátil que habíamos llevado llena de refrescos y agua estaba
ya en sus últimas existencias. Con el agua en algún momento nos refrescamos la
cabeza pues la temperatura parecía subir por momentos.
De
pronto comenzó a nublarse el sol con extrema rapidez y un aire corría
levantando la arena del suelo y moviendo las ramas y hojas de los árboles con
gran furia. Comenzamos a recoger con avidez pues preveíamos que se nos podían
estropear nuestros apuntes y el trabajo realizado, pero, cuando estábamos
afanados en esa tarea, los truenos que empezaron a sonar, el granizo a caer era
una tormenta en toda regla que sin darnos tregua apenas pudimos recoger todos
nuestros enseres y salir corriendo hacia el coche para ponernos a cubierto.
En
aquella veloz carrera que emprendimos, mi torpeza hizo que tropezase y diese
con mi esqueleto en el suelo, lancé un grito de dolor pues fue mucho daño el
que me hice en la caída, mi brazo izquierdo había quedado debajo de mi cuerpo y
sentía que podía haberse fracturado. Fuiste corriendo hacia mi para ayudarme a
levantar del suelo, después de sacudirme las ropas para intentar quitarme el
barro que se me había pegado a ellas y ver lo que me había sucedido, me
abrazaste diciendo que no me preocupase que me llevabas a urgencias para ver
que me sucedía.
Mis sospechas resultaron ciertas, mi brazo se
había partido en dos. Me tuvieron que escayolar y en ningún momento te
separaste de mí. Una vez habíamos salido del hospital y aunque estaba muy
dolorida, te di las gracias por haberme ayudado en esos momentos y tu
aprovechaste la ocasión para decirme lo que en realidad sentías por mí y que
hasta ese momento no te había atrevido a decirme.
PILAR MORENO 12 mayo 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario