Si
desde muy pequeña me considero una mujer marcada. Marcada por las cicatrices de
la vida y del tiempo. A veces pienso que, porque me ha tocado a mi vivir tantas
cosas, que sin ser enfermedades graves, me han hecho pasar por el quirófano
tantas veces. Creo que ya van más de veinte.
Comenzaré
relatando que a los cuatro años me intervinieron por primera vez de una hernia
inguinal, a los cinco me operan de las anginas como a todos los niños de la
época; a los seis años me quitan un papiloma de la mano izquierda a los ocho
otra hernia en el lado contrario, a los doce una apendicectomía.
Parece
que la mala racha ha desaparecido y me tiro una buena temporada sin incidentes
graves. Llego al matrimonio y tengo a mis dos hijos, el primero después de dar
a luz me dio una tremenda hemorragia que por poco no me voy al otro barrio. En
aquel entonces para dar a luz, también nos dormían. Con el segundo lo mismo,
solo que en lugar de tener hemorragia di a luz a los diez meses y medio de
gestación y también dormida. La verdad es que cuando nos dormían ya estaba
fuera la cabeza del niño sería que para cosernos se evitaban algún grito más.
Mi segundo hijo era precioso y grande como un ternero, peso 4.800 Kgrs. Y verde
como un marciano, salió riéndose, era hipermaduro.
Al
poco tiempo de tener al segundo, comencé a tener problemas en los países bajos
y por cinco veces me tuvieron que quemar ulceras y quitar pólipos. Con
intervalos de tiempo claro.
Yo
pensaba que todos mis males ya se habían terminado, pasé unos años muy buenos, pero
como no hay felicidad completa, comencé a hacerme pis por donde iba, parecía un
grifo, según iba andando aquello lo perdía con gran facilidad, yo no tenía edad
de ir oliendo a vieja de iglesia y cuando me propusieron operarme, sin dudarlo
lo hice. Me pusieron el andamio como ellos lo llaman y quede perfecta.
De pronto
un buen día me levanto con fiebre y con mucho dolor abdominal. Mi esposo me
lleva a urgencias, me hacen pruebas y me dicen que de los países bajos no es,
me ponen antibiótico y aquel episodio se pasa. No obstante, me dicen que me
deben mirar en digestivo. Como aquello se pasa yo sigo con mi vida pues me
encontraba bien, aunque de vez en cuando me daba algún dolorcillo justo donde
me había dado la ultima vez, pero yo seguía adelante.
Una tarde
estando tranquila en casa, comienza a dolerme como la otra vez, pero a gran
escala, yo por no asustar fui aguantando todo lo que pude, me acosté pronto
fuera de mis costumbres y fue una noche horrible. De madrugada mi esposo me
llevó a urgencias y las noticias fueron bastante nefastas. Padecía una
diverticulitis, pruebas de todas clases y llegaron a la conclusión de que, si
no se solucionaba con antibiótico, habrían de intervenirme a vida o muerte y
posiblemente tuviese que salir con la bolsa puesta para los restos.
Estuve
diez días ingresada solamente con antibiótico y después de hacerme varias
pruebas me mandaron para casa, sabiendo que me tenía que operar a la mayor
brevedad. Era el mes de diciembre y yo en ese mes no quise operarme, me dijeron
que, bajo mi responsabilidad, me operaron el trece de enero y gracias a Dios
todo salió bien. Antes de la operación estuve varios días haciéndome sacadas de
sangre para si se necesitaba transfundirme que fuese de mi propia sangre.
Al año
justo de la operación, comienzo a sentirme mal, me daban dolores muy fuertes y
cuando comienzan a hacerme pruebas no encontraban de donde venían, hasta que di
con un médico espabilado que vio que lo que tenía era una eventración. Vuelta
al quirófano, otra vez abierta por el mismo sitio y a ponerme una malla por
dentro para evitar que se volviese a abrir.
Pasado
un tiempo comienzo a sangrar por el ano y después de mucho reposo, cremas etc.
Etc. Llegan a la conclusión de que se me ha hecho una fisura anal, bueno pues
otra vez al quirófano, que le vamos a hacer si no hay más remedio. Fueron unos
días pésimos, pero vuelvo a dar gracias a Dios que quedo bien.
Creo
que Dios me dejó descansar de males para que pudiese atender a mi esposo hasta
su último aliento
Aunque
yo no me había abandonado pues, yo me quejaba de mi boca y no paraba de ir de
un médico a otro, hasta que el no faltó, no fui al dentista para que me mirase
la boca pues todos los días amanecía con el carrillo mordido. Me sacaron una
muela que estaba torcida y dijeron que era la culpable y me sacaron otra de
abajo que pensaban estaba partida. No vieron nada. Si quería podía ir a
maxilofacial para que me limpiasen lo mordido.
La
casualidad hizo que un enfermero que atendió a mi marido me vio la boca como la
tenía y me dijo que inmediatamente fuese a maxilofacial y aunque mi doctora no
me quería derivar, yo me puse bruta y conseguí que me enviase. Cuando fui a la
consulta y me vieron, me preguntaron cuanto tiempo llevaba así. Al decir que
llevaba más de dos años y medio, se escandalizó. Lo primero que hizo fue hacer
una biopsia y al recoger los resultados ya me dijo que podía haber algo malo y
que había que operar. Me operó de inmediato y cuando estuvieron los resultados
de patología ya me dio la mala noticia.
Rápidamente
me preparó para volverme a operar y vuelvo a dar gracias a Dios que al menos
los ganglios no han salido infectados, ahora solo me queda esperar que el resto
vaya cicatrizando y aunque sea pesado y tenga que tener muchas revisiones,
salga todo lo mejor posible.
Por
todo lo expuesto, me permito decir que soy una mujer marcada. Mi cuerpo está
lleno de puñaladas y donde únicamente no tenía nada que era en la cara, ahora
parece que me han degollado. Tendrá que ser así y por supuesto que quiero
seguir adelante.
PILAR
MORENO
No hay comentarios:
Publicar un comentario