miércoles, 13 de noviembre de 2019

UNA ESTACIÓN DE TREN CUALQUIERA




          Las estaciones de tren son lugares a los que acuden muchísima gente, unos para tomar uno de ellos para que los dirija a su destino, unos por trabajo, otros por divertimento, otros acuden a despedir a parientes que por distintas circunstancias han de marchar lejos de su entorno sea por poco o mucho tiempo, por lo cual es muy frecuente ver lágrimas de tristeza y congoja.
          No olvidemos esas imágenes que tantas veces hemos visto de soldados que marchan a la guerra y que son despedidos por sus madres, novias, esposas o hijos, son de lo más triste que uno pueda ver pues, esas despedidas encierran además la incógnita de si se volverán a ver o nunca más regresarán.
          El caso que nos ocupa no es menos penoso, se trata de una joven rubia de larga melena, la cual acudió a despedir a su amado. Se besaron apasionadamente y éste le dijo, no me llores, volveré antes que de los sauces caigan las hojas.
          Ella pasados unos días acudió a la estación se sentó en un banco meneando su abanico, vestía su vestido de domingo, sus zapatos de tacón y su bolso de piel marrón. Sus ojos se ponían a brillar cada vez que un tren silbaba a lo lejos, los veía llegar y sus pasajeros para ella parecían muñecos. Todos los que la conocían decían que cuando se fue su amante se le paró el reloj infantil, pobre infeliz, se le marchitó en su cuerpo hasta la última flor, para ella ya no hay ni un sauce en la calle mayor.
          Pasó tanto tiempo que ella ya no distinguía a nadie, de pronto aquel viajante volvió y la encontró sentada en aquel banco verde en la estación. Corrió hacia ella y gritó “PENELOPE”, pero ella lo miró con cara extraña y le dijo tu no eres quien yo espero. Siguió sentada en su banco mirando a lo lejos, había pasado tanto tiempo que se había olvidado de su rostro y de su voz. Tenía en su mente un vago recuerdo de a quien tanto había amado, pero los caprichos del destino habían hecho que su cabeza hubiese forjado otra imagen.
          De ahí viene que los muchachos del pueblo que también la conocía la llamasen loca, pero ahora eso no viene al caso eso es otra historia.

          PILAR MORENO 13 noviembre 2019
                   


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