Las
estaciones de tren son lugares a los que acuden muchísima gente, unos para
tomar uno de ellos para que los dirija a su destino, unos por trabajo, otros
por divertimento, otros acuden a despedir a parientes que por distintas
circunstancias han de marchar lejos de su entorno sea por poco o mucho tiempo,
por lo cual es muy frecuente ver lágrimas de tristeza y congoja.
No
olvidemos esas imágenes que tantas veces hemos visto de soldados que marchan a
la guerra y que son despedidos por sus madres, novias, esposas o hijos, son de
lo más triste que uno pueda ver pues, esas despedidas encierran además la
incógnita de si se volverán a ver o nunca más regresarán.
El
caso que nos ocupa no es menos penoso, se trata de una joven rubia de larga
melena, la cual acudió a despedir a su amado. Se besaron apasionadamente y éste
le dijo, no me llores, volveré antes que de los sauces caigan las hojas.
Ella
pasados unos días acudió a la estación se sentó en un banco meneando su abanico,
vestía su vestido de domingo, sus zapatos de tacón y su bolso de piel marrón.
Sus ojos se ponían a brillar cada vez que un tren silbaba a lo lejos, los veía
llegar y sus pasajeros para ella parecían muñecos. Todos los que la conocían
decían que cuando se fue su amante se le paró el reloj infantil, pobre infeliz,
se le marchitó en su cuerpo hasta la última flor, para ella ya no hay ni un
sauce en la calle mayor.
Pasó
tanto tiempo que ella ya no distinguía a nadie, de pronto aquel viajante volvió
y la encontró sentada en aquel banco verde en la estación. Corrió hacia ella y
gritó “PENELOPE”, pero ella lo miró con cara extraña y le dijo tu
no eres quien yo espero. Siguió sentada en su banco mirando a lo lejos, había
pasado tanto tiempo que se había olvidado de su rostro y de su voz. Tenía en su
mente un vago recuerdo de a quien tanto había amado, pero los caprichos del
destino habían hecho que su cabeza hubiese forjado otra imagen.
De
ahí viene que los muchachos del pueblo que también la conocía la llamasen loca,
pero ahora eso no viene al caso eso es otra historia.
PILAR
MORENO 13 noviembre 2019
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