miércoles, 8 de julio de 2020

CONVERSACIONES ANTE UN CAFÉ




En la pequeña plaza del pueblo, en el café central, ese tan coqueto que tanto les gustaba, habían quedado como siempre, hacía tiempo que no estaban juntas, que no se veían por circunstancias y aunque sabían las unas de las otras y se comunicaban a través de wasaps, les apetecía mucho pasar un rato contándose sus cuitas como siempre hacían.
       Después de los saludos sin besos, ya que debido a la pandemia eso estaba prohibido; pidieron al camarero lo que a esa hora les apetecía tomar. Manuela como de costumbre se pidió un vino blanco de rueda, Lola y Teresa una tónica, no le gustaba a ninguna el alcohol y Lola apostilló a un comentario de Manuela “No me quedaba a mí más que tomarme un vino, con lo que en casa he dejado”.
       Manuela le preguntó discretamente a Lola,
       ¿Tu marido no está mejor?
       Como va a estar mejor, al contrario, cada vez está peor, hay veces que ya no nos conoce, tengo un niño en casa de noventa kilos al que hay que hacerlo de todo, bañarlo, vestirlo ir detrás de él a todos los sitios pues en cualquier momento te la lía si no lo acompañas hasta el baño. ¿Qué pena! Tantos años juntos y ahora pedir a Dios que se acuerde de él cuanto antes. Esto no es vida y yo ya tengo ochenta años, que no puedo con mi cuerpo y encima tengo que cargar con el de él. Gracias a la chica que tengo, pero aun así todo el peso es mío.
       Manuela pensativa dice: pues yo ahora me voy a meter de obra, con las pocas ganas que tengo, pero no me queda más remedio. Ha llegado el momento de sustituir las bañeras por platos de ducha; el mío tampoco está para meterse ya en el baño pues las piernas le fallan mucho y se cae cada dos por tres, son muchos los años que vamos teniendo y no nos queda más remedio que poner los remedios y las comodidades a nuestro alcance para poder seguir estando en nuestra casa. Yo también tengo ya setenta y cuatro años y se notan un montón, y con lo grande que es la casa y no tengo ayuda ninguna desde que la chica que tenía se jubiló.
       Teresa que hasta el momento se había limitado a escuchar les dice, por todo eso ya pasé yo, pero ahora ya no tengo problemas nada más que los míos.
       Lola le dice, es que tu tuviste mucha suerte, que dentro de lo que pasaste, el final fue rápido y no te dio mucha guerra.
       Cierto es, dice Teresa, pero los cinco días últimos que estuvo en casa, igual que tú solo que lo tenía que asear y todo en la cama pues no se tenía en pie y los cinco días restantes fueron en el hospital, pero terminó pronto para su bien y el mío. Fue mucho sufrimiento el estar esperando que de un momento a otro se iba, pero guerra física solo fueron esos días.
       Claro, dice Lola, ya te dio bastante guerra durante todo el matrimonio y sobre todo cuando erais jóvenes. Bastante paciencia tuviste a lo largo de tu vida, con lo joven que eras.
       Manuela dice yo no me quejo, ahora debido a la enfermedad es cuando está de peor humor y maniático, pero que le vamos a hacer, es lo que hay y ya no se puede remediar, solo llevarlo con la mayor dignidad posible y ayudarle hasta el final.
       Si dignidad tuve yo mucha dice Teresa, pero se fue en el peor momento, cuando mejor nos llevábamos, Cuando ya yo había adicciones, cuando mejor se portaba conmigo, es por eso por lo que ahora es cuando lo hecho de menos, pues cuando éramos jóvenes y viajaba tanto, en muchas ocasiones pensé en que si no volviese sería un alivio. Me quedaría con mis hijos, buena pensión y un buen seguro. Luego cuando lo veía volver, pensaba que era una burra y que sus hijos no se merecían quedarse sin padre ya que para ellos era un excelente padre.
       Lola tu tuviste un matrimonio feliz, fue un buen hombre, de un carácter afable, muy familiar, no te privó de nada y encima tenía tierras ¿Qué más podías pedir?
       Manuela no se quejaba de nada, siempre había tenido a su esposo subido en un pedestal y ella tan enamorada seguía de él que era incapaz de ver los defectos que desde fuera se le veían.
       Fue una conversación interesante y de vivencias reales, más de pronto Teresa dijo:
       ¿Bueno a que hemos venido a contar penas, me niego a seguir con este tema? Chicas lo que nos quede por vivir, vivámoslo en paz y armonía, con alegría y teniendo siempre en cuenta que cada día nos queda menos, aunque yo soy la más joven, la vida no es eterna y pienso vivirla lo mejor que pueda el tiempo que pueda. Dentro de todo lo que a lo largo de lo vivido he pasado, creo que he sabido darme buenos ratos a mi manera y ciertos caprichos, lo que pienso seguir haciendo, dentro de lo que pueda. Ahora que él no está no tengo que dar cuentas a nadie como dice uno de mis hijos y así es, pues realmente ellos no me las piden y tampoco tengo porque dárselas puesto que en realidad ellos, salvo que sea una cosa grave pasan totalmente de mí, tienen sus vidas y como todos los hijos las viven con sus familias y he llegado a la conclusión de que la mayoría de las veces tú, estorbas.
       Antes de despedirnos, brindemos por nosotras que en realidad hemos sido el sostén de la familia y algún día en su fuero interno analizarán lo que hemos hecho y lo valorarán.

              PILAR MORENO 8 julio 2020


      
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario