miércoles, 23 de noviembre de 2022

VACIANDO LA CASA DE MIS PADRES

 

VACIANDO LA CASA DE MIS PADRES

Cuando mi marido y yo vaciamos la ruina de mis padres en Toledo una enorme casa de fin de semana llena de libros, estufas de carbón, pantallas de cine o lámparas de minero, aparecieron cuatro cajas de Cariñena…

Aquella casa se había disfrutado en tiempos hasta la saciedad, era tan grande que cogíamos toda la familia tanto la de mi padre como la de mi madre, abuelos, tíos, primos, allí no solo se pasaban las vacaciones estivales, que con la enorme piscina que mi padre había mandado construir, y también la pista de tenis, eran unas vacaciones inolvidables. También se celebraban todas las fiestas tanto de cumpleaños como Navidades, eran tiempos maravillosos que tanto mis primos como yo nunca olvidaremos.

Fueron pasando los años, falleciendo los abuelos, también tíos, los primos nos fuimos casando y ya nada era igual, cada uno tiramos por nuestro lado y mis padres aquella casa la fueron convirtiendo en un almacén de trastos viejos y raros, como había mucho espacio, mi padre se convirtió en coleccionista de todo, cualquier cosa le servía para su colección. Como llegó a ser muy longevo le dio tiempo a comprar todo tipo de cosas que en realidad no servían para nada. Parecía tener el síndrome de Diógenes

Primero murió mamá y entonces él fue almacenando cosas cada vez más raras, no podíamos decirle nada pues la contestación siempre era la misma

-Es mi casa y mi dinero y hago lo que me da la gana-

Llegó un momento en el que el servicio se negó a limpiar todas las habitaciones que había logrado llenar hasta el punto de no poder casi ni entrar en ellas.

Cuando llegó el día de su fallecimiento decidimos que aquello había que vaciarlo con urgencia pues nosotros aquella casa no la queríamos porque no la podíamos mantener ya que era tremendamente grande y se podían sacar pingues beneficios con la venta de la misma. Fue muy trabajoso el ir sacando cada cosa.

En una de las habitaciones, nos vimos sorprendidos al encontrar unas cajas de vino de Cariñena, no sabíamos el tiempo que allí llevarían guardadas ni si estaría en condiciones de consumirlo.

-Mari ¿Qué te parece si abrimos alguna botella y probamos en qué condiciones está? -

-Vale Luis probemos y si nos gusta lo vamos gastando-

- ¿Qué haría mi padre con este vino aquí, si jamás probó ni un trago?

-Tienes razón Mari, jamás lo vi beber ni una gota de vino ni de licor-

-Sería también un capricho para coleccionarlo-

-Venga, descansemos y probemos este caldo que tiene buena pinta-

-Espera Luis, voy a sacar unas copas y brindaremos por él y por todo lo que había conseguido almacenar-

Volvió con las copas y abriendo la primera botella, lo probaron y les pareció un jarabe magnifico. Estaba buenísimo, se sirvieron otra copa y otra y cuando quisieron darse cuenta habían terminado la botella. Dejaron de trabajar y fueron derechos a la cocina para preparar unos pinchos y acompañar al vino que seguían bebiendo. Habían abierto otra botella y se decían que cada vez estaba mejor. Estaban los dos solos y siguieron bebiendo hasta que Luis comenzó a tartamudear. Yo creo que debo irme a la cama, he bebido en demasía.

Mari no se quedó atrás, seguía bebiendo y con una risa tonta solo sabía decir, que bueno está, me voy a poner otro poco. Llegó un momento en que iba dando traspiés hasta llegar a su dormitorio, cuando logró llegar a él, solo pudo tirarse en la cama. Más de pronto se escuchó una voz que entraba de la terraza que decía

-Mari, vaya cogorza que has pillado, vaya cogorza que has pillado y se reía sin parar-

Ella no lograba saber quién era, en el estado en que se encontraba, no capaz de recordar que el viejo loro estaba en la terraza.

 

                        PILAR MORENO 14 noviembre 2022

 

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