La soberbia es una satisfacción y
envanecimiento por uno mismo y el menosprecio hacia los demás. Una persona
soberbia no admite nada de lo que los demás congéneres le digan, siempre
prevalecerá su criterio, aunque sea el más erróneo y disparatado que se haya
pronunciado en la vida.
Cuando una persona ha sido soberbia durante
toda su vida, al llegar a la vejez y sobre todo si tiene la desgracia de caer
enfermo, es una situación que no admite en absoluto y hace pagar a todo el que
está a su lado lo que el cree que es problema de los demás.
Suelen arremeter contra los cuidadores, ya
sea esposa, hijos, nietos e incluso empleados, contratados para hacerle la vida
más fácil y llevadera.
Si han perdido el oremus como se suele
decir, por un Alzhéimer o cosa parecida se sobrelleva algo mejor pues, sabes
que su mente no discierne, lo bueno de lo malo, pero, lo peor es cuando sin
haber perdido esa memoria, hacen pagar al que está a su lado todos sus
problemas. Si se caen es porque le han empujado, otras veces no le han dado las
muletas o bastones. La mayoría de las veces es tanta la soberbia que tienen que
cuando están caídos en el suelo, no admiten la mano que les ayude, deben ser
ellos solos los que se alcen del suelo sin ayuda de nadie, sacando a relucir
esa soberbia y queriendo hacer ver a los demás que ellos son capaces de valerse
por sí mismos, aunque eso les cueste estar horas tirados en el suelo.
Esas personas no me dan pena pues, están
sacando a la luz lo que fueron toda su vida y los que convivían con él no
querían ver, siempre tenían una disculpa hacia ellos. En la actualidad cuando
se ven atacados achacan a la enfermedad lo que por esa boca sale o con los
hechos que demuestran.
Es triste tener que soportar todos esos
improperios y malas acciones de personas a las que, desde la más temprana
juventud, has dedicado tu vida y le has tenido como un ídolo, pero, llega un
momento en que los ídolos son de barro y cuando caen del pedestal se rompen en
mil pedazos, sin opción a recomponerlos por mucho esfuerzo que se haga.
Pienso que por pena que dé, ellos se
aferran a la vida, sin importarles lo que sea de la vida de los de su
alrededor, por eso aun con la enfermedad, hay que plantar cara en determinados
momentos y aclarar que no eres su esclavo y que bastante haces con aguantarlo y
cuidarlo como has hecho toda la vida, aunque no haya sido recompensado con
amor, cariño y buenas acciones. Ahora no es el momento de que te recrimine su
estado de salud, del cual desde luego tú no tienes la menor culpa.
La enfermedad la envía Dios, pensamos los
creyentes o los avatares de la vida a los que no saben cómo achacársela, pero,
lo que está claro es que ni el cónyuge ni nadie de los que habiten en la casa,
son culpables de la misma. Habrá quien piense que es un castigo a la vida que
haya llevado, más o menos licenciosa. Es muy complicado buscar los motivos
pues, nunca se han de saber, pero lo que si está muy claro es que los que
habitan en su morada son inocentes de todos sus males.
PILAR
MORENO 25 agosto 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario