miércoles, 21 de octubre de 2015

LA PENA

Caminaba cabizbajo por la calle dando vueltas a su cabeza, solo pensaba en cómo afrontar aquella situación. Una gran llaga abatía su corazón pero debía enfrentarse a su obligación. ¿Sería capaz? Era su oficio, lo había hecho siempre con gran éxito pero estaba tan lánguido..., pensaba que iba a marearse en cualquier momento y temía echarse a llorar. ¿Cómo hacerlo? Acababa de llegar del anatómico forense de reconocer un cadáver. Su hijo, su hijo pequeño, un maldito accidente de moto se lo había arrebatado cuando no contaba todavía los veinte años. Una imagen que no arrancaría jamás de su mente, una impresión demasiado fuerte para olvidarla en la vida. No había accedido a comprarle la moto que tanto deseaba, y ahora, en la moto de un amigo se había dejado la vida. Que dura iba a ser aquella tarde. Mientras se maquillaba y preparaba, su cabeza repetía insistentemente la misma escena, aquella imagen en el anatómico. Llegó la hora y entre bambalinas se santiguo y levantó la cabeza al cielo pidiendo no fracasar. Cuando subió el telón, pisó el escenario con gran temblor de piernas, recibió los primeros aplausos del público y comenzó la función. Fue algo mágico, se le borró de la cabeza todo lo que durante el día había sufrido y actuó como en una de sus mejores tardes. Al terminar, el ruido de los aplausos era ensordecedor. El público enardecido le instó a salir en repetidas ocasiones, fue una de sus mejores actuaciones. Los compañeros y admiradores se agolpaban en la puerta del camerino, no atinaba a pensar, le sobrevino una lánguida melancolía...cómo sobreviviría a esa última escena de su vida. Su mayor éxito escénico y el mayor drama en su vida. Caminó cabizbajo por la calle dando vueltas a su cabeza...tal vez era su mejor adiós. PILAR MORENO 15 Octubre 2015

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