miércoles, 14 de octubre de 2015

EL BANCARIO

Paco, que así se llamaba el susodicho, era un hombre que había llegado a la dirección de aquel banco por méritos propios, aunque nadie se explicaba por qué. Debía de tener unos cuarenta años sin llegar a los cuarenta y cinco, bajito rechoncho, de tez muy morena y barba espesa. Estaba casado y con tres hijos, aunque era muy silente a la hora de hablar de su vida privada. Apenas nadie sabía nada de él. Pasaba el día entero en su puesto de trabajo, aunque realmente lo que menos hacía era trabajar, lo que mejor hacía era proponer al resto de los trabajadores, reuniones y comidas de las que ningún provecho se sacaba, pero que fue el motivo por el que fue apodado “Paco el Sinuoso”. En esas reuniones, daba cuentas al resto de los compañeros de todos los acontecimientos que en el centro de trabajo se sucedían, tanto de los directivos como el resto del personal. Las comidas eran caras y copiosas, claro está como no podía ser de otra manera. Había personas que preferían irse a comer con sus familias y estar con ellas ya que los resultados de aquellas reuniones realmente no servían de mucho, pero no podían negarse, era un director y había que obedecer, además si no acudían se enteraría la alta dirección de lo sucedido y eso no querían que ocurriese. Cuando abandonaban el restaurante que fuese, pero siempre de cuatro o cinco tenedores y se incorporaban otra vez a las oficinas, había algunos personajes que se cerraban en los despachos y daban una buena mocholá, pues con aquella cantidad de comida en el estómago, no eran capaces de coger un bolígrafo y ponerse a trabajar. Entonces, nuestro amigo Paco, sigiloso como era, aprovechaba para darse unas cuantas vueltas por el edificio y enterarse de todo lo que en él estaba pasando. Con cualquier disculpa entraba en distintos despachos a conversar con quien fuese y en esa conversación, daba cuenta de lo que fulano había hablado en la reunión, es decir en la comida. Cuando salía de ese despacho, le contaba a otro lo que en el anterior se había dicho, su tarde hasta entrada la noche, era de despacho en despacho diciendo a unos y a otros lo que los contrarios habían comentado, fuese de trabajo, de su vida personal o de cualquier otro tema. En realidad Paco se había convertido en el correveidile de aquel banco, era una agencia de información ambulante, todo lo que se deseaba saber, bueno o malo, Paco lo sabía y de todo el mundo. La conclusión a la que se llegó con el tiempo, es que había llegado a la alta dirección, no por su valía y talento, si no por ser el chivato de aquella entidad. PILAR MORENO 8 Octubre 2015 + Mocholá, dícese de la cabezada o siesta corta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario