jueves, 21 de noviembre de 2013

AHORA NOTO LAS DIFERENCIAS

AHORA NOTO LAS DIFERENCIAS Una tarde, como de costumbre, comenzó la función. Era un día normal como tantos otros. Él, preparado, comenzó el ascenso al alambre sobre el cual iba a practicar sus ejercicios. De pronto, se fijó en los ojos de una espectadora que no apartaba sus ojos de él. Se quedó paralizado. Unos verdes ojos en los que se sentía atrapado y de los que no podía apartar su mirada. Una fuerza magnética de profunda atracción. Después lo primero que vio fue aquella habitación. Tendido en la cama ¿Por qué estaba allí tumbado? ¿Qué había pasado? se preguntaba. No podía mover las piernas. Pensó que era un sueño y sin más se puso a gritar desesperadamente. Al momento, acudió una enfermera toda asustada: - ¡Cielos, por fin has despertado! - ¿He despertado de qué? -¿No recuerdas nada? -¿Qué tengo que recordar? -Pues… Hizo un silencio y decidió callar. -No, no recuerdo nada ¿Cuánto tiempo llevo aquí? -Hace seis meses que ocurrió la desgracia y has estado en coma hasta ahora. Tu familia no falta ningún día a verte y por la noche, siempre se queda tu madre contigo. Por la mañana se marcha para cambiarse y dar una vuelta por tu casa. -Y ¿hasta cuando tengo que estar aquí? -Hasta que los médicos lo consideren oportuno. Ellos te explicarán mejor que yo todo lo que te conviene saber. -Bien, pues que no tarden en venir a decirme lo que sea, parece que las piernas no las siento. A la hora de la comida llegó su madre, como de costumbre. Qué alegría se llevó al verlo despierto. Le parecía un milagro. Llegó a pensar que no despertaría jamás del coma. Lo colmó de besos y caricias, haciéndole saber que había estado muy grave y que había rezado mucho para que su despertar se produjese. Ahora que ya estaba despierto, su recuperación sería mucho más rápida y era posible que en breve lo pudiesen llevar a casa con ellos. Cuando llegaron los médicos, después de hacerle un exhaustivo reconocimiento, comenzaron a contarle lo que sería su vida en adelante. Debería hacer una muy complicada e intensa, así como dolorosa rehabilitación, para paliar en lo posible su inmovilidad. Deberían comenzar cuanto antes, pues no podrían darle el alta para ir a casa mientras no tuviesen garantizados unos mínimos movimientos para enfrentarse al resto de su vida. Lo aceptó sin poner ninguna traba pues lo que deseaba era salir de aquella cama cuanto antes. Una vez que lo consiguió, comenzó sus ejercicios con gran esfuerzo y siempre los comparaba con lo que había hecho en su vida antes del accidente. En realidad, decía, no son tan difíciles. Consiguió en poco tiempo lo que ni los médicos se explicaban, poder moverse solo de la silla de ruedas a un sillón normal, acostarse solo y múltiples cosas que cuando uno está bien no se da cuenta de lo necesarias que son para poder tener una vida digna, pero él se acostumbró a vivir de esa manera, no quería ser dependiente de nadie y hacía todos los esfuerzos posibles para conseguirlo. Trabajó en el circo durante muchos, muchos años. Su oficio era trapecista, le gustaba subirse a los alambres sin arneses, como hacen ahora, y debajo, no consentía que hubiese alguna red. Todo aquello quitaba valor a su trabajo y si se quiere triunfar, hay que arriesgar. Tenía mucha confianza en sí mismo y tenía muy ensayados los números que hacía, por eso no quería ninguna protección, desde muy niño llevaba haciendo lo mismo y jamás había pasado nada. Estando ya fuera de peligro y habiendo salido del coma, un día tocaron a la puerta de su habitación. De pronto aparecieron aquellos ojos que lo habían embrujado. No lo podía creer. Ella estaba allí, interesándose por su salud, por él... Ese acto supuso el comienzo de un gran amor. No importaban las dificultades que ahora tendría que soportar. Cuando hablaba con sus amigos y le hacían referencia a la diferencia de vida que ahora tenía que llevar, siempre decía: -Sí, es cierto, aunque noto mucho las diferencias, sigo siendo un buen equilibrista, antes lo hacía sobre el alambre y ahora todo el día para mí es un puro equilibrio. MARÍA DEL PILAR MORENO – Noviembre 2013

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