martes, 19 de noviembre de 2013

NOCHE EN LA OPERA

Esa noche, escuchando un fragmento de “La Caballería Rusticana” de Pietro Mascagni, en la opera de París, sintió como volvían a su cabeza recuerdos de aquellos días felices. De pronto no escuchaba nada, solo los momentos que en aquel mismo palco había compartido con el hombre al que más había querido en su vida y sin embargo ahora se había esfumado todo, de aquel amor ya no quedaba nada, se había convertido en cenizas, pero que a ella todavía la quemaban por dentro. Cerró los ojos y con los compases de la música, también recordó aquel primer baile en el que agarrándola por la cintura lo más fuerte que podía, le hacía danzar por aquel salón de inmensas dimensiones y lleno de gentes de la alta sociedad por el cual ella arrastraba su traje largo, mientras él le susurraba al oído tiernas y dulces palabras de amor. Sí las más dulces palabras que jamás había escuchado. Fue todo tan inesperado, aquel amor que tanto prometía, que la había colmado de los más sorprendentes regalos, con el que había asistido a banquetes y fiestas de gran lujo, de repente había desaparecido ¿Por qué se preguntaba? Todo era ahora tan distinto, seguía asistiendo a los mismos lugares, estaba tan considerada como entonces pero… sin él. Ciertamente se sentía vacía, se preguntaba ¿Cómo superarlo? Había sido tan feliz a su lado. Conoció al príncipe Norberto de Toulouse en una rueda de prensa que éste concedió a la RTV parisina, ella una simple periodista, con muy buen currículo y de buena familia burguesa. Sus miradas se cruzaron, se sonrieron y al termino de la misma, el príncipe, le pidió unos minutos a solas ¿Cómo iba a decirle que no? Le dirigió el príncipe unas bonitas palabras de agradecimiento y sin más le propuso que fuese a cenar con él a un restaurante. Le dio la dirección y le sugirió toda discreción. Ella debía de ir sola y allí se encontraría con él en un reservado. Accedió y ese fue el comienzo de una gran pasión que duró cinco años. En casi todos los viajes que el príncipe hacía cumpliendo sus deberes de estado, ella lo acompañaba. En aquel, fue casi de sorpresa que tuviese que salir hacia Malavo, no les había dado tiempo a prepararlo por lo que ella se quedó en palacio. Una llamada telefónica, le puso al corriente de lo sucedido. En su avión privado unos terroristas habían colocado una bomba que hicieron explotar nada más despegar la aeronave, muriendo en el acto. Realmente nunca se van del todo, él seguía vivo dentro de su ser. PILAR MORENO – Noviembre 2013

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