martes, 17 de mayo de 2016

LA CAÍDA DEL EMPERADOR

Aquel viejo emperador era muy dado a pasear por los alrededores de palacio, gustaba de recrearse con el olor de las frescas plantas aromáticas que en los jardines había a montones, recoger con sus propias manos las rosas más bonitas de los inmensos rosales de deliciosas fragancias y formando un gran ramo, a su regreso del paseo, se las ofrecía a su esposa, de la que después de tantos años juntos seguía perdidamente enamorado. La anciana, las recibía diariamente como si fuese la primera vez que se las ofrecía, agradeciéndoselas con un gran cariño. Siempre seguían la misma ceremonia, el entregaba el ramo con una reverencia, ella acercaba su cabeza a la de su esposo y este la besaba con gran ternura en la frente. Para el emperador no era óbice el tiempo ni la temperatura que hiciese, para él era un ritual el salir a pasear cada día del año. Ese día llovía a cantaros, eran como una lluvia torrencial, por ello su hijo, su heredero, viendo lo mayor que ya estaba su padre, salió a buscarlo y llevarlo de regreso a palacio, a su delicada salud no le convenía que se mojase y de no ponerlo a cubierto pronto podría tener fatales consecuencias. Padre¡ gritaba el hijo desesperado al no encontrar a su progenitor, padre, padre…¡ y seguía dando vueltas con el coche sin obtener resultados en su búsqueda. De pronto se le ocurrió que podría haberse refugiado en el templete de la música. Se dirigió hacia el lugar y cuando llegó, de primeras no avistó a nadie, pero cuando lo rodeó, vio al anciano caído en las escaleras de subida al mismo. El pobre hombre, había tropezado, y con la excesiva lluvia resbaló cayendo al suelo, con tan mala fortuna de que los escalones de piedra se le clavaron en la cabeza y formándole una gran brecha por la que sangraba abundantemente. Como pudo y haciendo un gran esfuerzo, ya que el anciano era corpulento, lo metió en el coche y lo llevó a palacio. Allí los criados le ayudaron a trasladarlo a su habitación y rápidamente llamaron al médico para ver que se podía hacer con el pobre hombre. Cuando el doctor llegó, trató de reanimarlo, pero al no conseguirlo, limpio la herida rápidamente y en una ambulancia fue trasladado de inmediato al hospital. A su llegada al centro hospitalario, le esperaba un grupo de médicos que rápidamente se pusieron a curarle, taponando la herida, dándole varios puntos de sutura. No era grave lo ocurrido, pero dada la avanzada edad del emperador, habría que esperar al menos 72 horas para ver la reacción de su cuerpo. Dado el rango de tan ilustre personaje su esposa no podía estar junto a él en el hospital, lo que a la pobre le causaba gran angustia. Su amado esposo, era la primera vez que se separaban. Durante toda su vida de matrimonio habían estado siempre juntos, tanto en palacio como en los viajes oficiales que habían tenido que realizar como emperadores representando a su país. El anciano pasó la noche tranquilo, pero de madrugada, inesperadamente se le presentó una hemorragia interna que por más que hicieron los doctores no fueron capaces de controlarla y el pobre emperador murió. Su esposa desconsolada, todos los días a la hora que el fallecido emperador volvía de su paseo y le entregaba el ramo de rosas, ella estaba esperándolo en la sala habitual, como si fuese a llegar en cualquier momento. Al ver que no llegaba, se volvía a sus aposentos, con una inmensa tristeza en la cara y en el corazón y se acostaba sin querer ver a nadie. Poco a poco y día tras día, la emperatriz se fue consumiendo de pena, lo único que deseaba era reunirse con su amado esposo y en muy poco tiempo lo logró. PILAR MORENO 12 mayo 2016

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