sábado, 8 de octubre de 2016

JUGUETE ROTO





       Allá por los años cincuenta en un barrio de la periferia de Madrid, un matrimonio de clase obrera y con cuatro hijos varones, les visita la cigüeña de nuevo y les regala una preciosa niña, regordeta, sonrosada a la que ponen por nombre Paola. Era un nombre de princesa de aquella época y para ellos no era menos, vino al mundo su princesa.

          Los primeros años de la niña eran de lo más felices alegre y risueña como nadie, pero ya a los siete u ocho años comenzaron a observar que a la nena como ellos la decían no le gustaban los muñecos, ni ningún juego propio de las niñas de su edad. Lo que realmente le hacía feliz era jugar al futbol a las chapas y a todo aquello a lo que sus hermanos mayores jugaban. Iba pasando el tiempo y la nena rechazaba todo lo que oliese a niña, no quería vestirse con faldas, vestidos, etc... Solo le gustaba vestirse como sus hermanos. Los padres siempre la disculpaban diciendo que era natural con cuatro chicos por delante ella se había convertido en otro chicazo.

          El tiempo pasaba y Paola tenía las mismas maneras de macho que desde hacía años había adquirido. Una vez acabados los estudios que sus padres le pudieron proporcionar, logró colocarse en una fábrica que confeccionaba trajes para caballero. Allí parecía encontrarse feliz. En la misma había un muchacho Antonio con el que hizo muy buenas migas, trabajaban juntos y realmente la amistad fue incrementándose con el tiempo. Se hicieron novios y todo el mundo decía que eran la pareja perfecta. Los padres de Paola estaban muy orgullosos de su hija pues en ciertos momentos la vecindad la había criticado en demasía por su forma de vestir, de peinarse y siempre la veían más como un muchacho que como una señorita.

          Ya llevaban Paola y Antonio unos cuantos años de noviazgo cuando los padres de ambos comenzaron a presionarlos para que se casasen, ya debían conocerse bien y para que esperar más tiempo. Fue entonces cuando decidieron buscar un pisito para vivir y formar una familia. Paola no tenía prisa para nada, todo se lo tomaba con calma, siempre decía que había tiempo para todo y para que correr. Cuando ya tenían todo amueblado sin faltar detalle, decidieron casarse. Fue una boda muy celebrada por todos.

          Todo parecía ir bien en el matrimonio, pero Paola pasaba el tiempo y no se quedaba embarazada como todos en la familia esperaban. Ella seguía diciendo que no había prisa, si tenían que venir los hijos pues ya vendrían. Ella había dejado el trabajo al casarse y pasaba mucho tiempo sola y para tener algo que hacer se dedicaba a coger bajos a pantalones y mangas para algunas tiendas del barrio. Antonio por el contrario cada vez pasaba más tiempo en la fábrica pues lo habían ascendido y era el responsable de toda la maquinaría con la que se hacían los patrones, se cortaba, además de las máquinas de coser que siempre debían estar a punto.

          Eran demasiadas las horas que Antonio pasaba fuera de casa y Paola en principio comprendió que al tener más responsabilidades tuviese que trabajar más horas, pero con el tiempo se le hacía demasiado tiempo, por eso un día decidió ir a buscar a su marido. Cuando llegó a la fábrica, vio a ciertos compañeros que habían sido también suyos, sonreír entre ellos con bastante sorna. Una vez los hubo saludado, se dirigió hacia el lugar en donde bien sabía que trabajaba su esposo. Allí no había nadie, todo estaba en silencio, miró por todas las salas en donde estaban las máquinas sin encontrar a ningún ser vivo; cuando iba a salir pensando en que ese día Antonio se habría ido antes, vio una luz en un despacho, que precisamente había sido de su jefe directo cuando ella trabajaba allí. Fue entonces cuando decidió dirigirse hacia el lugar para saludarlo ya que en su momento habían tenido buena relación y al abrir la puerta oh… sorpresa, que se encontró, lo que nunca hubiese imaginado, su marido y su jefe haciendo el amor encima de la mesa de este último. Un grito de dolor y desesperado salió de la garganta de Paola y dando un portazo salió corriendo de aquella estancia.

          En ese momento fue cuando ella comprendió muchas cosas, tanto respeto que Antonio tuvo con ella mientras fueron novios, la poca apetencia sexual que él tenía desde que se habían casado, siempre estaba cansado y cualquier excusa era buena para evitar tener relaciones. Todo aquello solo significaba que Antonio se había casado con ella para tener una tapadera ya que en aquella época el ser maricón era una cosa tremenda, incluso dependiendo de los casos podían entrar en presidio.

          Paola de golpe y porrazo sintió que ella solo era un juguete roto.


                    PILAR MORENO 7 octubre 2016


    

No hay comentarios:

Publicar un comentario