miércoles, 8 de julio de 2015
A PILAR SÁNCHEZ PLOU
Aún tengo grabado en mis labios
el marmoleo frio de tus manos
al darles un beso de despedida;
esas manos dulces y candorosas
que veinticuatro horas antes
habían acariciado mi cara,
sabiendo que nunca más lo harían.
Sentí un profundo dolor, pero no tan grande
como el que ahora siento;
quisiera tenerte cerca de mí y poder
agradecerte todo lo que hiciste por mí.
Para mí, fuiste mi verdadera madre,
te interponías entre tu hija y yo
cuando ésta me daba aquellas palizas
y de las que alguna buena parte tú te llevabas,
mujer increíble, siempre callada
el corazón te sangraba pero nadie te lo notaba.
Huérfana de madre desde muy temprana edad
mujer abnegada de inmensa sabiduría
esposa de un viajante de comercio
madre de tres hijas y de posición social elevada en la época;
la maldita guerra civil trunca todos tus sueños.
Has de salir casi con lo puesto evacuada de tu casa
quién sabe si volverás y si lo haces encontrarás todo
dejas atrás cosas de valor, recuerdos de tus padres
cosas que tu esposo traía de sus viajes,
aquellos que duraban en ocasiones meses de ausencia
a tu vuelta, encuentras la casa en ruinas
a tu amado esposo lo apresan sin saber por qué
como ocurrió con tantos y tantos;
has de buscar otro cobijo para tu familia
lejos de donde has habitado desde siempre
la mudanza, la tienes que hacer casi con los enseres a tus espaldas
te acoplas al lugar y apenas asoman lágrimas a tus ojos
sabes resignarte a tu suerte
trabajas incansablemente junto a tus hijas
entre todas sacáis la casa adelante
sin cristales debido a los bombardeos
tapadas con mantas y con los abrigos puestos
pasáis los días cosiendo y haciendo punto
para una tienda que ha tenido a bien daros trabajo
tus maravillosas y ligeras manos hacen labores incomparables
vais subsistiendo de forma digna.
Han pasado casi tres años y tu esposo sale del penal
ya no es el mismo, ningún hombre debe pasar por semejante sitio
sobre todo sin haber cometido delito alguno;
sus antiguos jefes le dan trabajo
las cosas parecen superarse.
En 1943, un maldito día, Chana tu hija pequeña,
la alegría de tu casa, la que siempre os hacía reír,
se pone enferma y en pocos días fallece, solo contaba 18 años;
ya nada es igual, la lloras amargamente,
una pena interior te consume, sigues adelante,
tienes otras dos hijas y un marido,
has de ser fuerte y velar por ellos.
En 1946 tu esposo sufre una trombosis
no dura mucho tiempo, desde la falta de Chana
su alegría marchó con ella, no quiere luchar,
tienes mucha tristeza, no la ocultas pero tu frase
siempre era la misma
“mil maridos, antes que una hija”
Llega 1948 y tu hija mediana se casa
una boda humilde, con un maravilloso hombre
trabajador, bueno, cariñoso;
de ese enlace, en 1950 nace una niña rubia, de ojos azules,
hace las delicias de tu hija mayor y tuyas;
os volcáis en ella, es toda vuestra ilusión,
os dedicáis casi por completo a ella, la mimáis,
la sacáis a pasear, sobre todo desde que su madre
tu hija mediana cae enferma;
esa niña se convierte en tu ojo derecho vives por y para ella
la veis crecer con orgullo.
En 1954 la desgracia nuevamente se ceba contigo,
tu hija mayor Pilar, se somete a una operación,
era sencilla, casi sin importancia, pero pasan siete días
de inmensa agonía y finalmente se produce el óbito.
Que más le puede pasar a una madre,
nunca más se ha de quitar el luto,
vuelca ya todo su inmenso cariño en su nieta,
no se separa de ella ni un momento
es quien la recoge del colegio
quien la lleva al parque a jugar
le compra todos los caprichos que puede
pero lo más importante de todo,
poco a poco la enseña a ser mujer,
la niña crece y sus enseñanzas se hacen cada vez más importantes,
hace que sus manos vayan aprendiendo todo lo que ella le dirige
sus instrucciones en la cocina hacen de ella una buena cocinera;
pero lo más importante de todo, los valores internos
los aprende sin darse apenas cuenta;
pasan muchos años hasta que ella comprende
todo lo que esa mujer ha significado para ella.
Hoy que soy abuela, se lo que sentías por mí,
hace 51 años que no estás conmigo en la tierra,
pero sé que donde quiera que estés sigues velado por mí,
lo comprendí hace ya mucho tiempo
siendo todavía muy joven;
una noche de lágrimas inconsolables para mí,
abrí los ojos y sentada en la butaca, allí estabas
junto a mi cama, sin decir nada como siempre
solo haciéndome saber que seguías a mi lado
con tu pelo blanco como la nieve, el moñito bajo,
en camisón y la toquilla por encima de los hombros,
sentí una paz interior que me hizo comprender,
recapacitar y pensar que las lágrimas no lo solucionan todo;
que hay que ser fuerte en la vida y tirar para adelante.
Me enseñaste tanto, tanto que nunca me cansaré de agradecértelo,
cuando te fuiste era una niña de solo trece años
rebelde como se suele ser a esa edad,
malas contestaciones también te di y hoy me arrepiento
por eso no quiero dejar de rendirte el más mínimo de los homenajes,
es lo menos que puedo hacer por ti
ya que tú hiciste tanto en vida por mí,
dar públicamente el reconocimiento
a una persona íntegra y que supo en silencio
dar y enseñar todo lo que dentro de ella había.
MI MÁS SINCERO AGRADECIMIENTO ABUELA PILAR
PILAR MOPRENO 9 Julio 2015
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