La descripción de energúmeno
es una persona con la que prácticamente no se puede hablar, es colérico,
insufrible, con un carácter altivo, desequilibrado y en la mayoría de las veces
con falta de educación. Al menos eso es lo que yo entiendo por un energúmeno o
energúmena, que también las hay, y la verdad es que no me gusta tropezarme con
personas de ese calibre; aunque por desgracia me he topado con varias en
diversas ocasiones.
Había una vez un
matrimonio modesto, pero que la esposa siempre que podía se comportaba como una
auténtica energúmena, lo hacía tanto en la casa como con cualquiera que se le
cruzase en su camino.
Vivían
en una casa, la cual, aun siendo nueva, tenía sus defectos como tienen todas a
la hora de vivir, siempre hay cosas que se pueden mejorar. Este domicilio, uno
de los problemas que tenía era el tendedero, era amplio, pero no de las
dimensiones que la doña quería. Para subsanarlo había en el ático de la casa,
una hermosa terraza en la cual podían subir a tender y solear la ropa como
antes se hacía. Bien pues al principio no hubo problemas, pues era ella la
dueña de la llave y la que hacía y deshacía lo que le venía en gana, pero…
llegó al piso bajo otra familia la cual si que no tenía más remedio que subir a
tender en la terraza ya que su piso al ser tan bajo no tenía medio de poner
ningún tendedero. Una vez que le pidieron la llave de la terraza para poder
tender sus ropas, ya armó el primer escandalo de los muchísimos que daría a lo
largo de la estancia de aquellas personas en la casa y fueron años los que allí
vivieron.
De
entrada, la puso de apodo el hipopótamo, pues la señora era bajita y gorda. El
día que ella tendía, no consentía que esa señora subiese a tender nada, todo
era de ella. Las pinzas, las cuerdas y además era ella quien fregaba el suelo
para que no se le ensuciasen las sábanas cuando las tendía.
Tubo
que intervenir el casero, ya que los pisos erar alquilados y decirle que
aquello era para todos los vecinos, si le convenía bien y si no que tendiese en
sus ventanas, pero que no molestase a los demás. Bueno, bueno, le dijo de todo
menos bonito lo peor de todo con unas voces y unos modales, que al escándalo
salía toda la vecindad. El marido por más que la quería hacer callar, más se
emberrenchinaba y se enfurecía, es más también arremetía con él por quitarle la
razón.
Pobre
hombre, siempre lo tenía avergonzado. Si le daba la vena, subía y manchaba la
ropa que hubiese tendida sin preguntar de quien era. Era un escándalo
constante. Llegó un momento en que quiso cambiar de casa y buscaron y buscaron,
pero nada le acomodaba, todas tenían muchos defectos, entonces el marido optó
por quedarse viviendo en donde estaban, pues alegaba que era muy céntrico y con
todos los servicios a su alcance ¿Dónde iban a estar mejor? Mercado, colegios,
metro y autobuses, todo lo que se pudiese pedir aquel piso lo tenía y además el
pobre hombre no lo decía, pero debía de pensar que para él ya era suficiente
que lo conociesen en un solo barrio pues la señora era conocida en el que
estaban y no por fina y educada como ella se creía. Ella así misma se
denominaba como “una gran señora”.
El
era un buen hombre, prudente, callado, educado, que jamás podía decir esta boca
es mía pues se lo comía y los escándalos los armaba dentro de casa igual que
fuera, no le preocupaba lo más mínimo que los vecinos se enterasen de sus
intimidades, todo eran voces y gritos. Con la familia de su marido era lo
mismo, apenas tenía relación con los hermanos de él y su madre, lo mejor que la
decía es que era una bruja y una alcahueta. Lo que ese hombre sufrió en su vida
al lado de esa mujer.
Así
en esas condiciones, vivieron casi cuarenta años, hasta que al marido le dio un
infarto y murió en el acto. Después de todo lo que había hecho, las vecinas que
eran buena gente, les dio pena y se volcaron con ella, pero aun así ella no se
apeaba del burro y soltaba por aquella boca todo lo que le parecía.
Cuando
la llevaron a una residencia pues ya no se podía valer por si misma, debieron
de quedarse muy tranquilas todas y dirían que porque no se habría ido antes.
Con
esto quiero decir que el que nace energúmeno, se muere siendo lo mismo, pues en
la residencia también dio su buena guerra y algún bastonazo que otro a las
pobres chicas que la cuidaban.
Que
pena ser así, con lo fácil que es llevarse bien con las personas tratarlas bien
y encima sentirse querida.
PILAR MORENO 6 diciembre 2018
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