martes, 8 de enero de 2019

CONVERSACIONES CON UN ENERGÚMENO




      La descripción de energúmeno es una persona con la que prácticamente no se puede hablar, es colérico, insufrible, con un carácter altivo, desequilibrado y en la mayoría de las veces con falta de educación. Al menos eso es lo que yo entiendo por un energúmeno o energúmena, que también las hay, y la verdad es que no me gusta tropezarme con personas de ese calibre; aunque por desgracia me he topado con varias en diversas ocasiones.
      Había una vez un matrimonio modesto, pero que la esposa siempre que podía se comportaba como una auténtica energúmena, lo hacía tanto en la casa como con cualquiera que se le cruzase en su camino.
       Vivían en una casa, la cual, aun siendo nueva, tenía sus defectos como tienen todas a la hora de vivir, siempre hay cosas que se pueden mejorar. Este domicilio, uno de los problemas que tenía era el tendedero, era amplio, pero no de las dimensiones que la doña quería. Para subsanarlo había en el ático de la casa, una hermosa terraza en la cual podían subir a tender y solear la ropa como antes se hacía. Bien pues al principio no hubo problemas, pues era ella la dueña de la llave y la que hacía y deshacía lo que le venía en gana, pero… llegó al piso bajo otra familia la cual si que no tenía más remedio que subir a tender en la terraza ya que su piso al ser tan bajo no tenía medio de poner ningún tendedero. Una vez que le pidieron la llave de la terraza para poder tender sus ropas, ya armó el primer escandalo de los muchísimos que daría a lo largo de la estancia de aquellas personas en la casa y fueron años los que allí vivieron.
       De entrada, la puso de apodo el hipopótamo, pues la señora era bajita y gorda. El día que ella tendía, no consentía que esa señora subiese a tender nada, todo era de ella. Las pinzas, las cuerdas y además era ella quien fregaba el suelo para que no se le ensuciasen las sábanas cuando las tendía.
       Tubo que intervenir el casero, ya que los pisos erar alquilados y decirle que aquello era para todos los vecinos, si le convenía bien y si no que tendiese en sus ventanas, pero que no molestase a los demás. Bueno, bueno, le dijo de todo menos bonito lo peor de todo con unas voces y unos modales, que al escándalo salía toda la vecindad. El marido por más que la quería hacer callar, más se emberrenchinaba y se enfurecía, es más también arremetía con él por quitarle la razón.
       Pobre hombre, siempre lo tenía avergonzado. Si le daba la vena, subía y manchaba la ropa que hubiese tendida sin preguntar de quien era. Era un escándalo constante. Llegó un momento en que quiso cambiar de casa y buscaron y buscaron, pero nada le acomodaba, todas tenían muchos defectos, entonces el marido optó por quedarse viviendo en donde estaban, pues alegaba que era muy céntrico y con todos los servicios a su alcance ¿Dónde iban a estar mejor? Mercado, colegios, metro y autobuses, todo lo que se pudiese pedir aquel piso lo tenía y además el pobre hombre no lo decía, pero debía de pensar que para él ya era suficiente que lo conociesen en un solo barrio pues la señora era conocida en el que estaban y no por fina y educada como ella se creía. Ella así misma se denominaba como “una gran señora”.
       El era un buen hombre, prudente, callado, educado, que jamás podía decir esta boca es mía pues se lo comía y los escándalos los armaba dentro de casa igual que fuera, no le preocupaba lo más mínimo que los vecinos se enterasen de sus intimidades, todo eran voces y gritos. Con la familia de su marido era lo mismo, apenas tenía relación con los hermanos de él y su madre, lo mejor que la decía es que era una bruja y una alcahueta. Lo que ese hombre sufrió en su vida al lado de esa mujer.
       Así en esas condiciones, vivieron casi cuarenta años, hasta que al marido le dio un infarto y murió en el acto. Después de todo lo que había hecho, las vecinas que eran buena gente, les dio pena y se volcaron con ella, pero aun así ella no se apeaba del burro y soltaba por aquella boca todo lo que le parecía.
       Cuando la llevaron a una residencia pues ya no se podía valer por si misma, debieron de quedarse muy tranquilas todas y dirían que porque no se habría ido antes.
       Con esto quiero decir que el que nace energúmeno, se muere siendo lo mismo, pues en la residencia también dio su buena guerra y algún bastonazo que otro a las pobres chicas que la cuidaban.
       Que pena ser así, con lo fácil que es llevarse bien con las personas tratarlas bien y encima sentirse querida.
                            PILAR MORENO 6 diciembre 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario