martes, 8 de enero de 2019

LA BITACORA DE BOSTON GREY




      Aquel mar cada vez se ponía más bravo, el oleaje era tremendo, olas de quince metros al menos, hacían que aquel inmenso barco pareciese una cáscara de nuez en medio del océano.
       Era un trasatlántico que llevaba a bordo a cinco mil personas, todas ellas de alto nivel económico, y otros mil empleados que se necesitaban para atender a todo aquel pasaje. El lujo rebosaba por todas partes, tanto en la equipación del barco como en los pasajeros, allí los trajes de noche para las fiestas, así como las joyas que lucían las damas, eran de los costes más elevados del mercado. Los brillantes y las esmeraldas como toda clase de piedras preciosas relucían como si fuesen escaparates en la gran manzana de Nueva York.
Boston Grey el capitán, era un avezado marinero, acostumbrado a toda clase de mareas y no se achicaba por nada, eran muchísimas las horas de navegación con las que contaba su cuerpo y la tormenta en la que estaban entrando no era mucho mayor de las que en otras ocasiones se había visto envuelto, saldrían de allí sin problemas.
Según se iban adentrando en aquella tormenta, Boston se iba diciendo así mismo que nunca se había visto en una situación parecida, claro estaba que eso no se lo podía decir al pasaje, pero en sus adentros lo pensaba, sería difícil reconducir aquel monstruoso barco que contaba con ocho plantas por encima del agua más los camarotes, salas de máquinas, cocinas etc. Que iban por debajo de la misma; aquello zozobraba de un lado a otro y él no sabía como retomar el rumbo de semejante magnitud.
Tuvo que dejar a los invitados que había en su mesa y dirigirse a toda prisa a su despacho, abriendo con celeridad la bitácora, y sacando de allí la brújula, se puso a contemplarla y fue entonces cuando se dio cuenta de que había perdido por completo el rumbo, si no conseguía retomarlo, sería muy posible que terminasen como el Titanic, chocando con algún iceberg, la ruta que llevaban era la misma. Sería una tragedia muchísimo más grande que la de aquel otro barco y el no podría perdonarse haber llevado a la muerte a tantísimas personas.
Por suerte, la tormenta fue amainando poco a poco y el capitán Grey, dio orden de que las orquestas tocasen todo lo fuerte que les fuese posible, para que los pasajeros estuviesen entretenidos bailando mientras aquella furia marina terminaba. Se habían desviado de rumbo, pero eso no tenía mayor importancia, aunque diesen un gran rodeo, lo importante era sacar su gran barco de aquella situación.
Unos pasajeros, estaban mareados por las inclemencias del temporal y otros por las grandes cantidades de alcohol que habían ingerido al darse cuenta de que aquello podía terminar en tragedia. Todo fue calmándose y Boston una vez enderezado el rumbo, se dirigió a su pasaje explicándoles todo lo que había sucedido y lo mal que lo había pasado hasta ver que la situación se enderezaba.
Una vez que todo había concluido, volvió a llevar la brújula a guardarla en su bitácora que era el lugar en el que le correspondía estar, en el mismo armario, guardaba el libro de abordo, así como una pistola con la que se quitaría la vida en caso de no poder salvar su embarcación.

                            PILAR MORENO 25 noviembre 2018

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