Desde hace días, es decir durante todas las Navidades, se ve a la gente
mirar escaparates, hacer compras sin parar, todo el mundo dice lo mismo, son
fechas de muchos gastos. Entre la Nochebuena, la Navidad, el Fin de Año, son de
un gran consumismo, parece que no hubiese otros días en el año para comprar
cantidades industriales de comida. Después del gasto efectuado y de no haber
parado de guisar y preparar todo lo mejor para cuando llegue la familia, pasan
esos días y estamos comiendo sobras durante toda la semana, hasta que llega la
siguiente y nos volvemos a cargar sin acordarnos de lo que ha pasado la noche
anterior.
En otros hogares por el contrario, dadas las actuales circunstancias de
nuestro país, han tenido que conformarse con poner a la mesa en muchos de los
casos los que las asistencias sociales han tenido a bien regalarles. Por eso
creo que sería muy conveniente que hiciésemos una pequeña reflexión y nos
diésemos cuenta de lo afortunados que somos todavía algunos de poder hacer esos
gastos tan innecesarios en la mayoría de las ocasiones y que con la mitad
hubiésemos tenido más que suficiente y además no tendríamos ahora que lamentar
los kilitos que se nos han pegado a la riñonera.
Cosa bien distinta es la noche mágica, desde por la mañana es un día de
caras alegres. Por las calles de la gran ciudad, es un constante ir y venir de
personas cargadas de paquetes, en ellos va envueltas las ilusiones de niños y
mayores. Para unos es el estasis de sus deseos. Para otros con su inocencia ven
cumplidos sus sueños, ese juguete tan ansiado y que llevan todo el año
esperando este día para que los Reyes que todo lo pueden se lo pongan junto a
sus zapatos. Otros siendo demasiado pequeños, ponen cara de asombro, sin saber
lo que significa pero adivinando que algo extraordinario ha sucedido. Hay quien
aún siendo mayor recibe ese detalle del cual no se mide el valor si no el amor
con el que se ha pensado en esa persona para dejar también en sus zapatos ese
presente. Hasta en las familias más pobres y necesitadas, nunca falta un
detalle para esos niños que al levantarse por la mañana tienen su pequeño
regalo y les hace olvidarse de las penurias que en muchos casos están pasando.
También hay otros casos en los cuales uno de los Reyes se vuelca en dejar
todo lo mejor en los zapatos que hay puestos junto al Belén o el Árbol, o
simplemente en la ventana para que al despertar, todos los niños y mayores de
esa familia se sientan felices. Pero hay una falta grande para uno de los
componentes de ese hogar, es como si ese miembro no existiese y entonces... Una
gran pena embarga a esa persona, se siente olvidada, no cuenta en el momento de
esa alegría general. Después del fracaso viene la pregunta ¿Y a ti no te han
dejado nada?
Después que se te han pasado las ganas de llorar pensando que eres el
último mono de la feria. Analizas la situación y dices para tus adentros. ¡Esto
no me vuelve a pasar! Estas rumiando una tanda de días tú fracaso. Al final va
pasando el tiempo y cuando se va acercando el año siguiente, vuelves a tener
ilusiones, renuevas tus creencias en los Reyes Magos y hasta llegas a pensar
que realmente como son Magos este año si que se van a acordar de ti. Ilusa,
pasa otro año y vuelves a tener el mismo regalo del año anterior y todo para
qué, para que los colecciones, para que no te mal acostumbres. Tonta si tienes
todo lo que quieres. ¿Que falta te hace que sea ese día? Tonta si, encima se
permiten el decirte tonta. Imbécil más bien. Te vuelcas en que no falte nada a
nadie y tu tonta. Al año que viene me tomo la revancha pero... como realmente y
con toda razón sí que eres tonta te la vuelven a jugar.
PILAR MORENO
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