miércoles, 6 de mayo de 2020

LAS PRISAS NO SON BUENAS




       Estamos pasando uno tiempos, difíciles. Esta pandemia que nos ha sorprendido nos ha enseñado que todo se puede detener y que todo puede esperar, que por muchas cosas que tuviésemos programadas para hacer, debían esperar hasta mejor ocasión. Lo único que corría prisa era, ir al hospital si te encontrabas con síntomas y aún así ha habido muchos casos que no han llegado a tiempo y su vida quedó truncada por el camino, que todos sus sueños quedaron interrumpidos para siempre. Ya no había vuelta atrás.
       La vida me enseñó hace muchos años que las prisas no son buenas para nada. Yo siempre iba con prisas para llegar a todo, sobre todo después de haber estado en casa de mi madre. Ella siempre esperaba a la hora en que me tenía que ir para bien contarme alguna cosa o que le hiciese algo que se le había olvidado y así me retenía un rato más con ella.
       Aquel día salí ya corriendo desde su casa pues se había hecho demasiado tarde para llegar a mi casa y preparar la cena para mi familia. Tomé el metro sin parar de correr e iba pensando en que todavía tenía que hacer trasbordo y estaba sumamente nerviosa.
       Cuando hice el cambio de estación, estaba en el andén el convoy que debía coger, como loca me tiré hacia el último vagón con tan mala suerte que en ese momento cerró las puertas. Me quedó el bolso dentro del vagón y yo fuera, al arrancar comencé a correr detrás de él pues el bolso estaba dentro. Un buen hombre que lo vio desde dentro tiró del bolso y me hizo señas de que me esperaba en la próxima estación. Si no llega a ser por él, el tren me hubiese estampado contra el túnel.
       El pobre hombre se asustó tanto como yo y sin saber quien era me salvó la vida. En efecto en la siguiente estación me estaba esperando y me comentó que había sido una imprudente y me podía haber costado caro. Con mucha congoja le conté lo que me pasaba y me dijo que valía más mi vida que unos minutos de retraso.
       Cuando llegué a mi casa no conté nada de lo sucedido pues no quería más problemas. Creo que mi marido nunca lo supo.
       Ese día aprendí una buena lección y a partir de entonces me dije a mi misma que pondría todos los medios para no entretenerme tanto y sobre todo evitar una situación como aquella en la que podía haber perdido la vida y todos habrían salido perdiendo pues ya no podría nadie disponer de mi tiempo, pero sobre todo yo que hubiese abandonado este mundo para siempre.

                     PILAR MORENO 6 mayo 2020

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