martes, 19 de mayo de 2015

EL ENCUENTRO

Hacía varios años que aquella empresa americana los había unido, trabajaban en departamentos diferentes pero entre los cuales siempre había una estrecha conexión. Ambos estaban casados y tenían sus familias, parecían felices cada uno por su lado. Incluso como todos los americanos suelen hacer, en fiestas y algunos fines de semana, se juntaban los matrimonios y pasaban veladas interesantes, bien regadas de whisky. Llevaban ya un tiempo, que sin decirse nada cada vez que estaban juntos por cualquier circunstancia, saltaban chispas de sus ojos, les brillaban de una forma muy especial. Ellos viajaban por motivos de trabajo, pero en raras ocasiones coincidían. Esta vez cuando le llegó el turno de salir de viaje a Rafael, pidió que su acompañante fuese Patricia ya que los dos llevaban el asunto por el cual se debían desplazar, los dos eran ingenieros titulados y el proyecto en el que estaban trabajando deberían supervisarlo los dos. Patricia, no esperaba ser ella la que tuviese que acompañar a Rafael, pero no puso ninguna objeción, simplemente le recorrió un escalofrío por la espalda pensando en que iban a pasar unos días juntos y comenzó a hacer planes rápidamente de lo que llevaría de ropa para ese tiempo ya que estaban en el estío de verano y París podía ser muy cambiante de temperatura. Pensó en que llevaría una maleta grande con un poco de todo pero que la sentase lo mejor posible, lo que si tenía claro es que quería estar muy atractiva. Emprendieron el viaje y durante el mismo, hablaron del trabajo que les llevaba a estar lejos de sus casas, tan solo algunas insinuaciones de Rafael acerca de cómo pasarían las noches, pero ella se limitaba a reírse. Cuando llegaron al hotel, cada uno tomo su habitación sin más problemas, eran contiguas y ¡qué casualidad! Había una puerta que las comunicaba. Al abrirla, comenzaron a reírse pues los dos habían pensado que era la del baño. Mira, dijo Rafael, esto nos facilita las cosas, así no tendremos que andar por el pasillo pensando en si alguien nos ve. Patricia, calló y ya se sabe que el que calla otorga. No era mala la idea. Se dieron un tiempo para ducharse pues tenían bastante calor del viaje y el primero que terminase, tocaría la puerta del contrario. Así lo hicieron, claro está Rafael fue el primero en terminar, cosa de hombres. Patricia, salió del cuarto de baño con la intención de vestirse en la habitación, pero oh… sorpresa, sobre su cama tendido estaba Rafael esperándola, solo llevaba puesto el gayumbo, por aquello de no estar en pelota picada, pero Patricia salía solo envuelta en la toalla. Se quedó perpleja, no se lo esperaba, pero Rafael muy convincente le dijo: Siéntate aquí a mi lado, y al tiempo la cogió por la mano para arrimarla. Ella se dejó, había una gran tibieza en el ambiente y de pronto se vieron envueltos en las purpúreas sábanas de aquel magnifico hotel. Sin decir palabra, hicieron el amor hasta la extenuación, palpando cada rincón de sus pieles, disfrutaron toda la noche de aquel amor que hasta ese momento no se habían declarado. A la mañana siguiente pidieron el desayuno en la habitación y allí siguieron encerrados gozando de sus cuerpos. Al segundo día, resolvieron asistir a la cita que tenían pero alegando una disculpa, dijeron que tardarían unos días en volver. El resto del tiempo hasta la vuelta lo pasaron paseando por Paris y en el hotel haciendo el amor. Se sentían como dos chiquillos que lo acabasen de descubrir, nunca se habían sentido tan felices. El tiempo se les terminaba y pensaron que lo mejor era dejar algo preparado en la empresa donde debían efectuar el trabajo para tener que volver en dos semanas. Así lo hicieron, De esa forma podrían seguir disfrutando de algo tan maravilloso. Cuando regresaron del segundo viaje, hicieron saber a sus respectivas familias que habían decidido vivir juntos y por tanto concederles la separación a los respectivos cónyuges. Ambos quedaron boquiabiertos. PILAR MORENO - 14 mAYO 2015 -

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