sábado, 16 de mayo de 2015

EL PUERTO

Una espesa niebla inundaba toda la bocana del puerto, Carlos entraba para atracar su barco de pesca, había salido a la mar y muy temprano y apenas había conseguido algunos kilos de pescado que las ganancias que le reportarían, solo servirían para mal comer ese día y reponer el gasóleo que había gastado en la salida. Como siempre se decía para sus adentros, mañana será otro día. Tras el amarre que efectuó con dificultad debido a la niebla, descargó lo poco que traía, lo cargó en una carretilla y se dirigió a la lonja para su venta. Era ya de los últimos en llegar, la lonja estaba a punto de cerrar, pero Carlos era bien conocido por ser de los que aprovechaban hasta el último momento en la mar, tratando de cargar un poco más sus nasas. Al ver lo que dejaba en el suelo, el subastador le echó un vistazo y le dijo “Carlos, poco pero de muy buena calidad, excelente” y comenzó a subastarlo. Llegó todo lo más alto que pudo y realmente le dieron por su captura bastante más de lo que él había pensado. Salió de la lonja muy contento y pensó que como pronto sería el cumpleaños de María su hija mayor, la diferencia entre lo que él pensaba que le dieran y lo que realmente le habían dado, lo guardaría para hacerle un regalo, hacía tiempo que venía pensando en ello, pero por las circunstancias nunca conseguía guardar ni un céntimo. Ya había caído la noche y se dirigió a su embarcación para coger el candil con el que se alumbraría hasta su casa. El pequeño pueblo tenía pocas luces en las calles y sobre todo al barrio de pescadores en el que él vivía todavía no había llegado. Se encaminó por la empedrada cuesta absorto en sus pensamientos por lo que no se dio cuenta de que alguien lo seguía silencioso, al término de la misma, cuando ya las piedras no escurrían, Un hombre se abalanzó sobre él y poniéndole una navaja en el cuello le amenazó con clavársela si no le daba todo el dinero que llevaba en el bolsillo. Carlos no se arredró, dándole un empujón a la vez que un codazo en el estómago, lo hizo caer de bruces al suelo, posó el candil en el suelo y pisando al hombre para que no se pudiese mover, sacó de su escarcela un trozo de cuerda gruesa con la que le ató las manos a la espalda. Lo hizo levantar del suelo y cuál fue su sorpresa al ver la cara de aquel hombre, no era ni más ni menos que su primo Nicasio, un hombre envidioso donde los hubiere que trabajaba lo justo pues era bastante vago y que a Carlos lo tenía mucha inquina por lo trabajador que era y como sacaba su familia adelante con gran esfuerzo, sin lujos, pero dando a sus cuatro hijos una buena educación y un gran amor familiar junto a su esposa. Condujo a Nicasio hasta el cuartelillo de la benemérita y allí expuso lo ocurrido, nada malo le deseaba, pero sí que las autoridades tomasen cartas en el asunto por lo que en lo sucesivo pudiera suceder. Carlos era muy buena persona y conocido por todos por eso el sargento de La Guardia Civil, cuando terminaron los trámites y daba la casualidad de que el terminaba su servicio, lo invitó en la cantina a tomar un trago de Ron Añejo de una botella que no hacía mucho tiempo le habían regalado y lo tenía en reserva para compartir con algún buen amigo. PILAR MORENO 7 Mayo 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario