Desde que
este confinamiento comenzó, la soledad impuesta cada vez se hace más
insoportable. Ya es penoso tener que vivir sola por la falta de tu esposo, pero
todavía más, cuando no puedes reunirte con tus amigos, ni salir tan siquiera a
tomar un café o dar una vuelta a la manzana de tu casa, pero que le vamos a
hacer, es lo que nos ha tocado vivir.
Cada
día que pasa es más difícil y ya hablo con las fotografías de mis nietos, con
las de mi marido, a los cuadros los limpio el polvo y le digo a cada uno que
cada día me gustan más. En la terraza, les hablo a los tiestos, les alago
diciéndoles lo bonitos que están que sus colores son preciosos y que espero que
su floración sea tan hermosa como lo ha sido en temporadas anteriores.
Ahora
ha llegado el día temido, cuando hablo a las fotos de mi esposo reprochándole
su rápida marcha cuando podíamos estar ahora confinados los dos, me responde
que hubiese sido peor el haberse quedado pues este bicho se lo hubiese llevado
de todas formas y para mí hubiese sido peor no haber podido estar con él hasta
el último suspiro. Los niños me dicen, abuelita que estamos en fotografía,
resérvate esas palabras para cuando hablemos por Skay, los cuadros me dicen,
limpia y cállate ya que todos los días nos dices lo mismo, las plantas veo que
se están poniendo hermosas y solo me piden que les ponga agua.
En
fin, lo dicho ha llegado el día tan temido, los enseres de la casa me responden
cuando les hablo. He llegado a la conclusión de que me he vuelto loca de
remate. Ya no tengo remedio.
PILAR
MORENO 23 abril 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario