Son las
siete de la mañana, el metro comienza a llenarse de gente. Variopinta, de todas
nacionalidades. Acuden a sus trabajos, muertos de sueño la mayoría por haberse
estado levantados más tarde de lo que debían, a otros el niño les había dado
mala noche. Cada uno en su interior madurando sus problemas. Los que habían
podido tomar asiento, o bien leían o para no dormirse se fijaban en los demás
pasajeros. Unos iban muy arreglados, con pinta de ser oficinistas. Otros con
mono de trabajo y no por eso menos limpios, desaliñados, con malos pelos,
sucios, con mala pinta.
De
pronto uno de los viajeros que iba sentado, comienza a hacer unas muecas muy
extrañas. Los demás van fijándose en el rostro del hombre. Unos lo miran
fijamente, otros miran hacia otro lado. El de la gabardina verde, se cambia de
asiento. El de la coleta abre el diario para no mirarlo. La del moño en lo
alto, comienza a reírse con disimulo por si lo ofende. La señora del gorro
azul, se tapa la nariz. Llega la estación más importante y el vagón se queda
prácticamente solo con los viajeros que van sentados pues su trayecto es más
largo. Las muecas de aquel hombre, se hacen más visibles y ya sin poder
reprimirse, suelta una carcajada, de las que contagian a todos sus compañeros
de viaje. Aquel vagón se convierte en un instante en una gran terapia de grupo.
Todos reían, y reían y cada vez más y más fuerte.
Realmente
nadie sabía por qué lo hacía, pero no podían parar de reírse. En la siguiente
estación, entró un señor muy circunspecto. Miraba atónito lo que allí pasaba. En
la próxima estación se bajó y cambió de vagón. Otro viajero se incorporó y
mirando a su alrededor, comenzó a reírse hasta que le caían las lágrimas. Según
fueron llegando a sus destinos, se iban apeando y por el andén de la estación
correspondiente, se les veía que seguían riendo.
Un
comienzo de día muy saludable y un ejercicio que deberíamos hacer mucho más a
menudo de lo que lo hacemos. Creo que es un ejercicio de lo más gratificante y
de lo más económico. Deberíamos tomar ejemplo y comenzar nuestros días con una
buena tanda de risas que por otro lado, no hay nada más sano reírse de nada.
PILAR
MORENO 12-4-2013
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