jueves, 18 de abril de 2013

DE TACON Y ROJOS



Paseaba con la elegancia que siempre había tenido. A pesar de sus años conservaba el aire señorial de los buenos tiempos. Los tiempos en que se había permitido tantas y tantas cosas. De buena familia, había heredado una gran fortuna a la muerte de sus progenitores, nunca tuvo hermanos  y dejándose aconsejar por los “amigos que bien la querían”, se dedicó a despilfarrar el dinero que pensó nunca se le terminaría. Rodeada de lujos y de sirvientes, se permitía viajar sin cesar, nunca le faltaba una buena compañía a la que claro está le pagaba todo para no verse sola.
Los tiempos estaban cambiando, la vida fue encareciéndose pero ella seguía su ritmo, hasta que llegó el día en que tuvo que enfrentarse a la cruda realidad. Su administrador, aunque le había advertido muchas veces lo que estaba pasando, en esta ocasión le dio un ultimátum. Debía adaptarse a vivir de otra forma o en poco tiempo se vería mendigando hasta para comer. Aquella inmensa fortuna, se había debilitado de tal forma, que había de prescindir de todo aquello que no fuese necesario para subsistir. Podría seguir viviendo en la misma casa, pero con tan solo una criada y por supuesto las grandes fiestas, comidas y viajes estaban finiquitados. Para ella no fue nada agradable afrontar la cruda realidad pero no le quedó más remedio que aceptarlo. Seguiría viviendo en la calle Goya en donde había nacido y alegando que no se encontraba bien de salud y se hacía mayor, el carácter le había cambiado y ya no tenía ganas de jarana. Todo ello de cara a la galería para evitar que nadie supiese su infernal situación económica.
En la calle de Serrano, muy cerca de donde vivía, había una zapatería la cual para ella había sido uno de sus lugares de despilfarro. Paseando por delante de ella, vio que al fondo de la tienda, habían colocado una vitrina con varios pares de zapatos, que ella desde la calle no alcanzaba a divisar. Siendo tan conocida en aquel lugar, entró y se dirigió directamente a la vitrina. Después de saludarla con el boato que siempre lo hacían los empleados, no dudaron en enseñarle y dejar que se probase aquellos zapatos que la habían deslumbrado. Eran unos zapatos “ROJOS Y DE UN TACÓN DE CASI 20 CM.”. Preguntó el precio, el dependiente muy amable le respondió pasados unos segundos, con el descuento que a usted siempre se le hace, se quedarían en 2000 €. Se quedó atónita, pues aunque siempre había sido una zapatería muy cara, aquello se pasaba de lo habitual y así se lo hizo saber al dependiente. –Sí pero es que estos zapatos son unos “MANOLOS”, téngalo en cuenta, son exclusivos y es la primera vez que los tenemos a la venta.-
Salió de la tienda muy pensativa, sabía que no los podría conseguir pues su situación no se lo permitía. Esperó a que cerrase todo el comercio y cuando ya estaba todo tranquilo, volvió a acercarse al escaparate, observó que dentro del local sólo estaba el dependiente que la había atendido. Lo hizo una seña y el hombre acudió a la puerta creyendo que al fin se los iba a llevar. Así fue se los probó, hizo que se los envolviese y cuando abrió el bolso para pagarlos, sacó un cuchillo y se lo clavó al pobre hombre en el corazón.

PILAR MORENO  16-4-2013

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