sábado, 1 de diciembre de 2012

EL ESCAPARATE



Paseaba lentamente por la principal calle de mi ciudad, cuando la luz del  sol comenzaba a  esconderse, y las luces de Neón iban iluminando los escaparates, atrayendo la atención de los viandantes.
Iba distraída, sin fijarme en nada en concreto, pero de pronto, un magnifico escaparate llamó mi atención. En un gran letrero podía leerse con claridad, “Cristian Dior”. ¿Cuántas veces había pasado por ese mismo lugar y no había reparado en ello?. Una fuerza interna me hacía pararme delante de él y contemplar lo que allí se exponía. ¡Qué maravillas!, nunca hubiese pensado que esos vestidos y trajes que allí estaban expuestos, pudiesen ponérselos personas de carne y hueso, estaba entusiasmada, no podía separarme de aquel cristal, casi estaba babeando con mi boca de pura admiración.
Creo que pasé varias horas allí parada como si no hubiese nada más en el mundo que contemplar. De repente, a mi lado se paró una pareja de cierta edad, a la cual yo conocía bastante de vista y los cuales parecían la pareja perfecta. Siempre cogidos de la mano, otras veces él  la llevaba cogida del brazo o por encima del hombro. Contemplaron como yo aquellas maravillas, ella como siempre  con su sonrisa cautivadora, él también como siempre con su semblante adusto y pelo cano, serio a más no poder, pues de las miles de veces que con ellos me cruzaba, jamás le vi sonreír.
Ella dulcemente le susurro algo al oído y el con voz perruna le dijo “pues pasa si quieres”. Ese si quieres, no me gustó nada en absoluto, era la clásica expresión de pasa pero no lo comprarás. Entonces atravesaron la gran puerta giratoria del establecimiento y de inmediato se les acercó una preciosa empleada, la cual le mostró con gran naturalidad, todo lo que la buena señora le iba pidiendo. Yo seguía allí puesta detrás del cristal, parecía que me habían clavado y no me podía separar. Desde mi posición, podía ver todos los movimientos que dentro se iban siguiendo, podía parecer que estaba cotilleando, pero solo era fascinación por lo que allí había. Una prenda, dos, tres infinidad, pero… nada, al cabo de un buen rato, volvieron a salir, pero como yo había supuesto, aquel caballero, no compró nada a su esposa, solo le oí decir a la que bajaba el escalón fue “tú estás loca” vaya precios.
Se alejaron de aquel sitio y entonces fue cuando yo reaccioné, y sin importarme nada, comencé a andar detrás de ellos. Volvieron a cogerse de la mano y la señora reanudó la conversación diciendo con suavidad, tienes razón, es un poco caro pero, habría quedado muy bien en la boda de tu hermano, que aunque sea la segunda y ya talludito, lo va a celebrar por todo lo alto.
Pues ya encontrarás algo parecido en un sitio más acorde con lo que tú eres, pues esto es para gente de alta alcurnia. No estamos además para estos gastos.
Seguí un buen rato detrás de ellos y aquel buen hombre no dejó de protestar y de recriminar a su esposa que esas prendas no eran para ella.
En varios días, no se me fue de la cabeza la actitud de aquel hombre, como puede ser que con la apariencia que les veo caminar por las calles, de matrimonio feliz, de unidos, siempre juntitos, yo hubiese oído la forma tan grotesca de decirle a su esposa, que no se merecía los objetos de aquella tienda.
Me pregunto a partir de entonces, cada vez que veo a un matrimonio o pareja en esa situación de acaramelamiento, si será lo mismo, que esos otros personajes que presencié, si habrá detrás de ese biombo callejero, las mismas situaciones. Si en lugar de haber un amor sosegado y tierno debido a la edad, habrá una serie de problemas que nadie pueda imaginar. Si la dulzura que se aprecia entre ambos, será simplemente el escaparate de sus vidas. Un escaparate si, tan luminoso y espectacular como el de la tienda de “Cristian Dior” donde yo pasé aquella tarde contemplando todo lo que allí transcurría.

Ese escaparate, que muchos podrán hasta envidiar y que en el fondo es una farsa, una burla hacia la sociedad que está ignorante de todo lo que se cuece detrás de esas fachadas impecables. Me pregunto ¿cómo se puede vivir así? con esa apariencia, si a algunas de las personas que les conozcan les contasen la verdad de sus vidas, no se lo creerían dirían que es broma, “No puede ser , son un matrimonio intachable, siempre juntitos a todos los lados, con los hijos, con los nietos” ¡qué mala sombra tiene la gente y que envidiosa es, en cuanto ven a alguien feliz, hay que sacarle todos los defectos posibles y calumniarlos hasta la saciedad!.

Pues bien, creo que hay muchas más parejas en esa situación de las que nadie se pueda imaginar y la única realidad es que se dejan ver como en un “GRAN ESCAPARATE”.

Pilar Moreno
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