sábado, 1 de diciembre de 2012

JUNTOS HASTA LA ETERNIDAD



Por los campos de alrededor de la pequeña ciudad en la que vivía, paseaba a diario María Rosa, siguiendo las instrucciones de su doctor, garbosa y alegre, seguía siempre la misma senda sonriendo a todo el que se encontraba y saludando a su paso.
Casi todos los días se cruzaba con Manuel un apuesto caballero que atentamente le saludaba, -buenos días señora,-
-buenos días tenga usted, respondía María Rosa.
Así pasó bastante tiempo, hasta que un día por fin Manuel se atrevió a abordar  a María Rosa.
-Discúlpeme señora, no quisiera molestarla, pero hace tanto tiempo que nos venimos encontrando, que he pensado, que ya es hora de que nos presentemos y dado que hacemos el mismo recorrido si no le importaría que lo hiciésemos juntos.-
-Por mí no hay inconveniente, respondió María Rosa, ahora bien sepa Vd. Que soy una señora casada y no busco la compañía de ningún hombre.
-Yo también soy casado y recién jubilado, esta es la razón por la que me distraigo paseando y viendo las vistas que tenemos alrededor de nuestra maravillosa ciudad.-
Fue pasando el tiempo, se contaban cosas de sus vidas, cosas sin trascendencia, los hijos, los nietos y el tiempo cada vez se les hacía más corto y más agradable estando juntos. Pasados unos cuantos meses decidieron presentarse a las respectivas parejas dado que entre ellos había una sincera amistad. Así lo hicieron y resultó de lo más agradable, pues ya tenían cosas en común de las que hablar, salían juntos y la relación fue aumentando entre los cuatro.
El tiempo iba transcurriendo con normalidad, María Rosa y Manuel seguían dando su paseo diario. Manuel cuando se quedaba a solas se decía para sí, que mujer más agradable y atractiva ¿Cómo me hubiese gustado conocerla de más joven?. A su vez María Rosa pensaba para sus adentros, este hombre si ahora es así de apuesto, ¿Cómo tiene que haber sido en su juventud?, pero entre ellos todo era respeto y cordialidad.
Después de muchos años, todo seguía lo mismo, pero ellos se fueron dando cuenta de la atracción física que había entre los dos y el amor que había ido naciendo en el transcurso de su amistad, pero dado el estado civil de los dos, decidieron seguir viéndose como de costumbre y con el mismo respeto que hasta entonces se habían profesado.
Un día a María Rosa le diagnosticaron el empeoramiento de su enfermedad y el deterioro que iba a ir sufriendo su cuerpo. Pero ella había sido una mujer fuerte, valiente y todas las adversidades de la vida las había afrontado con coraje y valor, no se había achicado por nada y en esta ocasión no iba a ser menos. Siguió con su vida cotidiana y por supuesto dando sus paseos junto a Manuel, que en el fondo le daban fuerzas, le hacían la vida de lo más agradable y de esa manera no pensaba más que en la llegada del siguiente día para dar su paseo al sol, ó bajo el paraguas o bien abrigados, como fuese, pero juntos. El la protegía si tenía problemas en su andadura y en silencio le hacía saber el gran amor que por ella sentía.
En muy contadas ocasiones hablaban de ese tema, era casi tabú, les avergonzaba amarse tanto y no poder demostrar más que una sincera amistad. Incluso pensaban que no era posible haberse enamorado de esa forma a sus edades.
Las cosas se iban poniendo cada vez peor para María Rosa y las salidas cada vez se iban distanciando más y eso la consumía, sabiendo que cada vez le quedaba menos tiempo.
Una noche al filo de las diez, sonó el teléfono en casa de Manuel y los hijos de María Rosa le comunicaron la fatal noticia, no pudo resistir más y se quedó dormida como un ángel, como lo que había sido toda su vida.
Manuel y su esposa salieron todo lo más deprisa que pudieron para el tanatorio a donde habían llevado el cuerpo de María Rosa, para acompañar a su familia. Por el camino él se iba diciendo que no podía ser, no se había podido despedir de ella como le hubiese gustado, que no era justo que se hubiese ido y le hubiese dejado tan rápido.
Al llegar al tanatorio y después de haber saludado a los familiares, Manuel quiso pasar a solas a ver a su amada, fue demasiado para él y después de gritar desesperado “mi vida, mi amor” “¿porqué me has dejado?”, cayó al suelo desvanecido. Llegaron los sanitarios para atenderle, pero nada pudieron hacer por salvarle la vida, solo certificaron su defunción.
Su féretro lo colocaron en la sala contigua a la de María Rosa y cuando todo estaba en silencio, un espantoso ruido se oyó, algo tremendo había pasado, el ataúd de Manuel había atravesado la pared y se había colocado junto al de María Rosa, era inaudito, ¿cómo podía haber sucedido aquello?. No era posible, intentaron volver a llevar la caja a la otra sala, pero todo fue inútil, los féretros estaban como soldados, no había forma de separarlos. Abrieron los ataúdes para ver lo que sucedía y cuál  fue la sorpresa ´que se llevaron todos los presentes al comprobar que los dos cuerpos tenían las manos entrelazadas y en el rostro una sonrisa de felicidad inmensa. Al fin estaban como ellos deseaban.
JUNTOS HASTA LA ETERNIDAD


PILAR MORENO

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