domingo, 2 de diciembre de 2012

SOMBRERO VOLADOR



Paseando en soledad por la playa, absorta en sus pensamientos, no sabía cuántos kilómetros habría hecho. Llegaba a un extremo y daba la vuelta hasta llegar al otro, siempre lo mismo, esperaba la puesta de sol que en aquel lugar era maravillosa, espectacular, pero a la vez sin enterarse de nada, daba vueltas al igual que su cabeza, eran muchas las preocupaciones que tenía. De pronto se paró, se fijó en el firmamento y el sol comenzaba a esconderse.
Estaba muy cerca del malecón y sabía que desde allí, era donde había mejores vistas de ese espectáculo, echó a andar muy deprisa y logró sentarse en una de las grandes piedras, no le importaba que las olas que allí rompían con su blanca espuma le salpicasen, era un sitio magnifico desde el cual nadie le impediría la maravillosa visión.
Una vez que el sol se había ocultado del todo, siguió allí, con los codos apoyados en sus rodillas y a la vez sujetándose la cara, de pronto, una gran ráfaga de aire le sorprendió, arrancándole de golpe el sombrero que se había colocado para que el sol no estropease su blanca piel. Abrió los ojos y rápidamente se levantó para ir detrás de él antes de que se lo llevase alguna ola. Se había quedado enganchado entre dos piedras a las cuales era costoso llegar, debido a su tamaño y a lo escurridizas que estaban las piedras.
Cuando ya casi había conseguido tocar el sombrero, sintió que alguien la seguía y al volverse solo vio que un gran puñal se acercaba a su persona. Gritó…….

María del Pilar Moreno Díaz
Noviembre 2012

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