Cuando entré en aquella habitación y me senté
delante de él, me quedé atónita casi paralizada. ¡Era más hermoso de lo que yo
había soñado! No podía dejar de mirarlo. Aparentemente era fuerte, tenía buen
porte y parecía tan suave....De pronto sentí ganas de tocarle, acariciarle,
posar mis manos sobre él. Pero; ¿Quién era yo para hacerlo? Él sin embargo, aún
sin palabras me estaba pidiendo que lo hiciese cuanto antes. ¡Oh Dios! que
miedo me daba, ¿sabría yo hacerlo adecuadamente? Era muy posible que él me
ayudase pero...
Me abalancé sobre él con un anhelo que rayaba
casi en la lujuria. Lo acaricié primero despacio, luego fui subiendo el ritmo
según lo que me dictaban mis impulsos. Por fin comprobé que todo había salido
mejor de lo que yo había pensado. Se me habían pasado todos los nervios y ya
mucho más tranquila, pude examinarlo bien que había quedado mi primera carta en
el ordenador.
Pilar Moreno
No hay comentarios:
Publicar un comentario