Nacida en casa noble con oropeles y blasones,
arropada desde la cuna con las mejores sedas, se había criado en un ambiente
familiar y a la vez refinado. Fue educada en colegios de renombre con
excelentes notas. Los estudios superiores los había realizado en Oxford y las
calificaciones fueron magnificas, dignas de mención y alabanza por toda su
familia, con lo cual podría llegar donde quisiera además de su apellido.
Keka como era conocida en su entorno, al
regresar a España se tomó un tiempo para descansar en su país y a la espera de
algún trabajo el cual debía de ser más por devoción que por obligación pues
realmente el dinero no le resultaba necesario. Salía a diario con sus amigos y
amigas, se divertía todo cuanto podía. Presumía de ser quien era y por ello
tenía acceso a todos los saraos y fiestas de la gran ciudad. Un día unos de sus
amigos le presentaron a María, una chica
muy divertida, se hicieron muy buenas amigas y por largo tiempo fueron
inseparables compañeras de viaje, lo pasaban muy bien y con ella se convirtió
en otra persona.
En la amplia mansión familiar había un
tremendo sótano donde se guardaban todos los muebles y enseres que iban siendo
renovados. Allí un día como pudo abrió un hueco en la pared a través del cual
fue metiendo algunos trastos insignificantes para poder subsistir y no morir de
frio en invierno y poder soportar las altas temperaturas del verano. Dicho
hueco, lo tapaba con unos muebles para que nadie pudiese sospechar lo que allí
detrás había. Nunca hubiese podido pensar que aquel lugar que cuando era
pequeña le daba tanto miedo entrar, se convertiría en su casa. Su mala cabeza
le había hecho llegar hasta allí. Cuando nadie la veía, ni tan siquiera los
criados más fieles, salía de su escondite para hacer sus necesidades, asearse y
robar algo de comida para ir tirando. Los únicos seres vivos con los que
convivía eran las ratas del lugar.
Keka, no era capaz de presentarse ante nadie,
su familia hacía tiempo que la había dado por desaparecida y nadie podía
sospechar en las condiciones que se encontraba teniéndola tan cerca. Y es que María se había comido todo el dinero
que a sus padres y hermanos les pudo sacar; por eso cuando vio su gran
deterioro, quiso volver a estar cerca de los suyos aunque ellos no lo supiesen
y es que ese agujero sería su único cobijo hasta el fin de sus días que no
estaba lejano.
Pilar Moreno
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