domingo, 2 de diciembre de 2012

LA CHESLÓN



En el madrileño Barrio de Salamanca, en un palacete del siglo XVIII, vivía Flora con su tía Carolita, Carmelilla y el resto del servicio. Carolita, era la hermana más pequeña de mamá que de pequeña le había atacado una poliomielitis, dejándola muy tocada en todo su cuerpo. Con el tiempo, Carolita fue deteriorándose  y no pudiéndose mover de sus aposentos, fue necesario poner a su servicio una persona que la cuidase día y noche pues no podía hacer nada por ella misma. Carmelilla que así llamaban a la muchacha, era de origen sevillano y era un autentico ángel para con tía Carolita, al menos con su deje andaluz y sus chascarrillos, alegraban un poco más el ocaso de la anciana.
Flora recostada en la cheslón del salón azul, leía ávidamente un libro que había tomado de la biblioteca del palacete. Era un libro de aventuras que había leído y releído en multitud de ocasiones, pero cuantas más veces lo hacía, más interesante le parecía, es como si las historias cambiasen de una vez a otra. Eran tan reales que hasta cuando contaban que en las caballerizas estaban alimentando a los caballos, ella parecía percibir el olor del heno.  Llevaba muchas horas enfrascada en su lectura; de pronto pareció percibir como si una sombra pasase por detrás de ella sin hacer ruido, no le dio la mayor importancia. Al cabo de un rato, se sobrecogió creyendo que de detrás de las cortinas rojas de aquellas tremendas balconadas, había salido alguien. Se puso en pie y fue a dar una vuelta por el despacho, el comedor y otros habitáculos que había a su alrededor. No vio nada por lo que se volvió a recostar en la cheslón, siguió devorando el libro; pasados unos minutos volvió a sentir aquella extraña presencia, se quitó las lentes y reposando el libro sobre su regazo, decidió esperar para ver qué pasaba y después de haberse restregado bien los ojos pues aquello podía ser fruto de su imaginación y su cansancio.
No se hizo esperar por mucho tiempo, esta vez con toda claridad salió de detrás de los cortinajes una sombra negra sin definir que avanzaba lentamente por el pasillo y como en un susurro iba diciendo “se está acercando la hora”. Flora se quedó inmóvil, con la sangre helada en sus venas, no daba crédito a lo que de veras estaba sucediendo, incluso seguía pensando que podía ser efecto de las historias de aquel libro. La sombra volvió a salir por la balconada y ella no era capaz de incorporarse de su lugar pues estaba aterrada. En esta ocasión, la sombra avanzó mucho más deprisa y susurrando más inteligiblemente, “la hora ha llegado”. La vio volver a salir y no podía ni moverse, estaba a punto de sufrir un colapso.
De pronto unos gritos aterradores, llegaban desde el pasillo que conducía a los dormitorios; Era Carmelilla, pedía a gritos que la auxiliasen pues tía Carolita, se había caído de la cama y estaba muerta.

Pilar Moreno

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